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Emilio Alvarez M. Ex Canciller de Nicaragua y Analista Político

Trasiego al estilo Hö Chi Minh

EE.UU. no aportó evidencias Las tensiones entre el gobierno revolucionario del FSLN y la Casa Blanca se dieron alrededor de la acusación de involucramiento del gobierno nicaragüense con el movimiento revolucionario salvadoreño. El embajador norteamericano, Lawrence Pezullo, se empeñó en esos días en evitar una confrontación del nuevo gobierno revolucionario con Washington. El embajador llegó, […]

  • EE.UU. no aportó evidencias

Las tensiones entre el gobierno revolucionario del FSLN y la Casa Blanca se dieron alrededor de la acusación de involucramiento del gobierno nicaragüense con el movimiento revolucionario salvadoreño.

El embajador norteamericano, Lawrence Pezullo, se empeñó en esos días en evitar una confrontación del nuevo gobierno revolucionario con Washington. El embajador llegó, incluso, a conseguir que el gobierno de Jimmy Carter otorgara un préstamo de 75 millones de dólares al gobierno revolucionario en condiciones muy blandas.

Sin embargo, en ese momento el FSLN estaba en plena euforia, pretendiendo extender la revolución de tinte marxista a toda Centroamérica. Su objetivo a corto plazo era El Salvador, en ese entonces bajo la intensa ofensiva final del FMLN.

El slogan oficial “Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá”, aparecía por todas partes en mantas: spots de televisión, periódicos y radios. A esas alturas Nicaragua se había convertido en un seguro refugio de los guerrilleros salvadoreños. Ellos trasladaban a sus heridos a convalecer en Managua, donde funcionaba un equipado hospital y quintas de reposo, situados en los alrededores de Las Piedrecitas.

También habían instalado una poderosa emisora que pretendía estar en territorio salvadoreño, cuando estaba situada en el Cosigüina, fue cuando enterraron los famosos buzones de armas, los cuales el de Santa Rosa fue el más grande.

No obstante, Pezullo que hablaba perfecto español y se jactaba de conocer bien el temperamento latino, no cejaba en su empeño de evitar un choque entre los gobiernos de Nicaragua y EE.UU., fruto de esa insistencia fue que viniese a Managua George Enders, subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, quien se entrevistó cara a cara con los Comandantes de la Revolución nicaragüense en un encuentro memorable.

Según las fuentes citadas en el libro “Banana diplomacy”, Enders les había asegurado que para el gobierno estadounidense una “revolución socialista al estilo nicaragüense no tendría problemas para EE.UU., incluso la confiscación de los bienes de la familia Somoza lo entendían. La única condición para tener relaciones normales era que se abstuvieran de involucrarse con la revolución salvadoreña.

Esta proposición irritó a los comandantes que se sintieron empequeñecidos, pues su misión redentora no podía cancelarse y Enders se retiró frustrado. Poco después fue destituido y enviado como embajador a España. El prometido préstamo fue suspendido.

Para el sector democrático nicaragüense la propuesta norteamericana era grave. De haberla aceptado el FSLN, la revolución se hubiera consolidado por 20 años al menos y nunca hubiera habido ejército de la resistencia o contras. La verdad era que los compromisos del FSLN con el mundo soviético y con Fidel Castro y, además una cierta megalomanía mesiánica, los mantenía atados.

La verdad es que a pesar de la extrema vigilancia y las elevadas sospechas que había, nunca detectaron envío masivo de armas a El Salvador a través de la frontera nica-salvadoreña y nica-hondureña, pues jamás capturaron un convoy de armas proveniente de Nicaragua que valiera la pena y que pudiera usarse como evidencia a nivel internacional, aunque en El Salvador y Honduras capturaron armas de origen soviético.

Lo que sucedía era que usaban el viejo sistema del camino de Hö Chi Minh, o sea una procesión de gente a pie que pasaba por una frontera porosa y colaboradora y además usaban el transbordo de lanchas por la noche en el Golfo de Fonseca, que el radar no detectaba y algún lote de armas lanzado desde el aire.

También por el Caribe, a través de Honduras, ingresaban pertrechos bélicos. Como dicen los italianos “chi no e vero e bien probato”. En todo caso las relaciones se fueron deteriorando. Con el cambio de administración, Pezullo fue retirado y quedó un encargado de negocios hasta que se produjo la denuncia de espionaje hecha por el gobierno sandinista y la expulsión de funcionarios norteamericanos en Nicaragua. Recíprocamente fueron sacados de los EE.UU. los diplomáticos y cónsules nicaragüenses, aunque nunca hubo ruptura de relaciones diplomáticas.  

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