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Más o menos unos 15 millones de córdobas llegaron durante estos dos años a Posoltega en alimentos, ropa y medicina. Las donaciones ya terminaron como lo advierte este cartelón en la Alcaldía municipal.

Posoltega: Herencia de los muertos

Apartando el dolor por sus muertos, los pobladores de Posoltega reconocen que ahora viven mejor que antes de la avalancha que hace dos años mató a 2,500 de sus vecinos. La alcaldesa de Posoltega, Felícitas González, que se hizo famosa durante la tragedia del Casita ha anunciado su retiro de su cargo este mes “por […]

  • Apartando el dolor por sus muertos, los pobladores de Posoltega reconocen que ahora viven mejor que antes de la avalancha que hace dos años mató a 2,500 de sus vecinos.
  • La alcaldesa de Posoltega, Felícitas González, que se hizo famosa durante la tragedia del Casita ha anunciado su retiro de su cargo este mes “por problemas de salud”. Y aunque se dice con insistencia que aspira a una postulación como diputada en las elecciones del 2001, ella niega que su renuncia obedezca a razones electorales.
  • “Realmente no he pensado en nada de elecciones ni ir de candidata. Lo que me motiva es una prescripción médica, porque ya tengo casi un año de estar sufriendo de una enfermedad difícil. No he podido salir de ella debido al mismo estrés al trabajo, a la fatiga misma de buscar cómo solucionar los problemas sin dinero ni recursos”.

Fabián Medina

[email protected]

Un enorme cerdo descansa bajo la sombra de un arbusto de higueras. Es la champa de doña Graciela Flores de Palma, una de las 66 casas de campaña de lonas blancas instaladas ahí por la Cruz Roja para dar abrigo a parte de los damnificados del Mitch en Posoltega.

Doña Graciela tiene 69 años de edad. Vive en ese campamento desde hace 17 meses, entre quejas por la incomodidad, los siembros que poco a poco ha ido trayendo y la sombra del arbusto de higuera que plantó en el lugar tan pronto la trajeron de Santa Narcisa, una comunidad de las faldas del Volcán Casita, que se salvó de milagro cuando la avalancha de lodo que arrasó con otros dos caseríos pasó a su lado. Bajo la sombra del higuero descansa el enorme cerdo, que a ratos se levanta y hurga con su hocico en un comedero hecho con una llanta cortada transversalmente.

“No le falta su comidita. Todo mundo está atento y me consigue alguna agüita de machigua, y ahí lo voy engordando”, dice la anciana.

Si el cerdo comprendiera el porqué de tantas atenciones no estaría tan feliz como lo parece dormitando bajo el árbol de higueras. Doña Graciela piensa sacrificarlo el día que abandone definitivamente las champas para instalarse en su nueva casa, una hermosa vivienda de concreto, piso, dos cuartos, una cocina, área de lavado, baños adentro y… ya ella se encargará de los siembros a pesar del poco patio que le dejaron.

“Nos vamos a comer el chanchito en una vigilia para bendecir la nueva casa”, sentencia doña Graciela, quien dice no hallar las horas de pasarse al que será su nuevo hogar.

“Son lindas las casas”, dice. Su familia -su esposo de 87 años, su hija y el nieto-, hacen, a manera de paseos, visitas frecuentes a la casa que les toca.

Esperaba pasar esta Navidad en su nueva casa, pero ahora le han dicho que sólo en enero estarán listas. “Así vamos, nos dicen un día, después otro y ya tenemos 17 meses esperando”, se queja.

La casa de doña Graciela es parte de un paquete de 130 que construye la Cruz Roja en la comunidad de El Bosque, donde de hecho nacerá un nuevo pueblo, pues también ahí construyen viviendas otros organismos como el Proyecto de Mujeres Marianela Cuadra, Popolná y la Secretaría de Acción Social.

DISENO URBANO

Más o menos doscientas casas, distribuidas con lógica urbana, lo que no deja de ser una incomodidad para los habitantes que poco a poco van llegando. Los patios son pequeños o inexistentes, y la cocina y el baño fueron construidos en el interior. Gallinas, cerdos y perros no fueron tomados en cuenta en el diseño arquitectónico de las viviendas.

No todas las casa son iguales. Hay unas mejores que otras, y la suerte de cada damnificado depende del proyecto que le apadrina.

Las mejores viviendas las construyó el Proyecto de Mujeres Marianela Cuadra, dice la alcaldesa de Posoltega, Felícitas González. Se trata de 19 casas, construidas en El Bosque exclusivamente para mujeres con problemas y madres solteras.

Una de esas viviendas recibió Ana Cecilia Vázquez, 12 años, que vio morir a sus padres, sus abuelos, dos hermanos, tres tíos y dos tías el 30 de octubre de 1998. Ella misma resultó con sus dos pies lesionados, y sobrevivió de puro milagro, después de pasar tres días sin comer y beber agua, oyendo los gritos de su padre, que murió atrapado, sin que nadie pudiera hacer nada por él.

Ahora vive con doña María de los Angeles Vázquez, una tía que por suerte no residía en la comunidad arrasada, quien le ha incorporado a su familia como la novena hija.

La casa, de unos 60 metros cuadrados, concreto, dos cuartos, cocina, con pantry, porche, persianas de vidrio y puertas de tablero, dista mucho del que era su hogar en la “Rolando Rodríguez”.

“Era un ranchito de paja, ahí vivíamos mis papás, mis dos hermanos y yo, pero ahí no más junto estaban las casas de mis tíos, también de paja”, recuerda la niña.

Eran, sin embargo, tiempos felices que el huracán le arrebató, y que según dice no los cambiaría ni por 20 casas como esa.

LA TRAGEDIA LOS PUSO EN EL MAPA

Desde que la tragedia de Posoltega conmovió al mundo, se han construido unas 1,400 casas, a tal punto que, según los registros de la Alcaldía, ya no quedan damnificados sin vivienda. El huracán Mitch destruyó 980 casas de ese municipio en 1998, por lo que la cantidad de viviendas construidas sobrepasó en cantidad y calidad lo destruido.

“Había casas en las que vivían hasta ocho familias hacinadas, y se ha tratado de darles mejores condiciones de vida”, explica la alcaldesa González.

“Anteriormente Posoltega no figuraba en el mapa, era desconocido totalmente hasta por los mismos nicaragüenses. Sin embargo, desgraciadamente por la tragedia hubo una oportunidad de salir a flote, porque con los gritos que pegué en un momento, los amigos de la prensa, de los medios, Posoltega ya está en la mente y corazón de todo el mundo. Ha habido una oportunidad de ir buscando su desarrollo. Posoltega se encuentra en una situación mejor que la que tenía anteriormente”, dice.

Aunque la vivienda es la mejoría más visible, también el pueblo ha recibido ayuda en alimentos, ropa y medicinas. La Alcaldía está terminando de calcular la cantidad de ayuda que llegó a Posoltega, y a pesar que no ha terminado este estudio, la alcaldesa asegura que la cifra anda por los 15 millones de córdobas.

Aún así, el municipio está lejos de tener resueltos sus problemas. A doña Felícitas González le preocupa que los proyectos de viviendas que empleaban a una buena parte de la mano de obra local, ya se están acabado. ¿Y después en qué van a trabajar?, se pregunta. ¿Cómo van mantener esas casas tan bonitas?

También considera que no han recibido apoyo con el financiamiento a la agricultura, principal actividad económica del pueblo.

“Tenemos pequeños agricultores que tenían deudas con el banco y que no le han sido saneadas, no esperamos que se las regalen pero sí darles un tiempo para que vayan pagando, y darles nuevamente su financiamiento para que puedan pagar”, señala.

Con todo y todo la alcaldesa de Posoltega se declara satisfecha de la atención que recibió el municipio en su momento de dolor. “Me siento tranquila satisfecha de haber podido cumplirle a mi gente, y sobre todo agradecida a los medios de comunicación y los organismos no gubernamentales”.

Menos satisfecho que la alcaldesa está el cura párroco de Posoltega, Benjamín Villarreal, de quien ya hablaremos con más profundidad en una próxima entrega. Villarreal dice que aunque sí ha llegado ayuda a Posoltega, “es una ínfima parte” en relación a la que llegó al país, precisamente porque el drama del Casita llamó la atención al mundo. “Nosotros pusimos los muertos y otros se quedaron con la plata”, reclama.

Más práctico resulta… quien, murió su esposa y su hijo sobrevivió de milagro, cuando él se encontraba buscando trabajo en Costa Rica, termina su casa en la comunidad El Tanque, financiada por Care Luxemburgo. Es la herencia que nos dejaron los muertos.  

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