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En las tierras de Las Canoas fue construido el Ingenio Victoria de Julio. La señora Angela Castro coloca una cruz en el sitio donde fue encontrado el cadáver de su esposo, Félix Pedro González. (Reproducción de Cruz Flores).

Una víctima de la geofagia

n Un campesino de innatas cualidades de líder que defendía de la voracidad de un terrateniente las tierras de Las Canoas fue atrozmente asesinado el 3 de marzo de 1973 Anuar Hassan yEmiliano [email protected] ¿Quién no oyó hablar, en la década de los 60, de Las Canoas, más exactamente del conflicto agrario generado por su […]

  • n Un campesino de innatas cualidades de líder que defendía de la voracidad de un terrateniente las tierras de Las Canoas fue atrozmente asesinado el 3 de marzo de 1973

Anuar Hassan yEmiliano [email protected]

¿Quién no oyó hablar, en la década de los 60, de Las Canoas, más exactamente del conflicto agrario generado por su posesión? Las Canoas era una comunidad campesina ubicada entre los kilómetros 51 y 55 de la carretera a Boaco. La integraban más de 70 familias que totalizaban cerca de mil doscientos habitantes.

Los más antiguos de sus miembros afirmaban que los primeros pobladores llegaron a ese lugar a mediados del siglo diecinueve. Pero un día de tantos del año 1962 a los acuciantes problemas que en la lucha por la subsistencia tenían que afrontar diariamente se agregó otro, más grave aún. Un terrateniente capitalino aseguraba ser el legítimo dueño de aquellas tierras y los estaba conminando a desocuparlas en el menor tiempo posible.

Más pronto de lo que se esperaba, el reclamante de las tierras pasó a la acción. Como si se tratase de un campo de concentración, cercó toda la comunidad, dejando fuera del acceso de los vecinos un pozo que pertenecía a la alcaldía, el teléfono público, una escuela y hasta el mismo cementerio. La medida, además, cerraba un camino llamado de los Indios que comunicaba a 23 pequeñas comarcas. ¡Las gentes de Las Canoas estaban literalmente encorraladas por el terrateniente que quería las tierras donde los campesinos sembraban junto al río para echar sus reses a aguar!

En su libro Lucha Campesina el activista del Instituto Nicaraguense de Promoción Humana (INPRHU), Adolfo Bonilla no da detalles sobre cómo entraron en contacto con los vecinos de esa comunidad con quienes se reunieron por primera vez el domingo 20 de agosto de 1972.

En esa reunión estuvo presente Félix Pedro González Urbina, un campesino ya cincuentón con un impedimento en la pierna derecha que le obligaba a cojear.

De González, a Bonilla le llamaron la atención sus naturales dotes de dirigente y su clara inteligencia demostrada en la exposición de los problemas que enfrentaban.

Muy pronto, González Urbina se erigió en el líder indiscutible de su comunidad. Sus vecinos lo eligieron presidente del Comité pro reclamo de tierras de Las Canoas, cargo desde el cual denunciaba la ilegitimidad del reclamo del terrateniente y la complicidad de las autoridades con éste. Mientras tanto, el terrateniente, valido de su inmunidad gracias a su pertenencia al Congreso Nacional escalaba sus ataques contra los indefensos campesinos: destrucción y quema de ranchos, encarcelamientos, amenazas y agresiones físicas, todo ello con el apoyo de las autoridades locales de la Guardia Nacional. Muchos campesinos se vieron obligados a emigrar a la vecina Las Banderas o a Managua o, en el peor de los casos, a errar por los contornos en busca del alimento para sus familias.

Los defensores de la comunidad encontraron que un artículo de la ley sobre latifundios concedía automáticamente la tierra a los campesinos. Pero de nada les valió. Durante una reunión con funcionarios del Instituto Agrario Nacional, González Urbina desnudó la hipocresía y la demagogia de la institución, a la que acusó de servir sólo a los intereses del gobierno y sus secuaces.

La gente estaba desesperada. En noviembre, González Urbina encabezó una delegación que viajó a Managua para pedir el apoyo moral de la jerarquía de la iglesia católica.

La delegación regresó a Las Canoas con la recomendación del arzobispo de Managua, Miguel Obando, de tener fe en que las cosas se arreglarían.

El terremoto de diciembre de 1972 pareció acicatear la urgencia del terrateniente que en compañía de dos de sus hijos arreció su agresión a través de la destrucción de más ranchos en enero de 1973.

González Urbina anunció la decisión de la comunidad de arrancar el cerco que los mantenía aislados. Habría de ser su sentencia de muerte.

La medianoche del sábado 3 de marzo de 1973 un automóvil se detuvo frente al rancho donde vivía con los hijos menores de los once que procreó con su mujer, Angela Castro.

Del vehículo salieron al menos cinco hombres que rodearon el rancho mientras el que llevaba la voz cantante exigía la presencia del líder campesino.

Cuando González salió los sujetos, que se identificaron como miembros de la Policía lo acusaron de haber participado en el saqueo realizado en Managua a raíz del terremoto. El campesino fue obligado a sacar varios instrumentos musicales y dos radios que pertenecían a uno de sus yernos y acompañar a los desconocidos.

Un vecino previsor anotó la matrícula del automóvil, OF 3219. La captura de González sumió a su familia en una profunda angustia que se iba incrementando con el paso de las horas sin noticias de su paradero.

La incertidumbre llegó a su final dos días después de una manera harto cruel: un transportista llamado Miguel Guerrero dijo haber encontrado el cadáver de González a unos seis kilómetros de su casa, al otro lado de un cerco de alambres que corre paralelo al camino a La Concha.

En la parte posterior de la cabeza tenía cinco orificios de bala, una de las cuales salió por la nariz. En el cuerpo presentaba múltiples desgarraduras, como si hubiese sido sometido a torturas y uno de sus brazos estaba mutilado.

En sus investigaciones la Policía pareció pasar por alto el papel protagónico de la víctima en la lucha por las tierras de la comunidad y se centró en las discrepancias personales que González pudo haber tenido con algunos de sus vecinos.

Fueron arrestados varios presuntos sospechosos entre éstos Víctor Obando y Denis Alvarado, identificados por el campesino Blas Padilla como los sujetos que la misma noche de la captura de González intentaron secuestrarlo. Padilla era dueño de una pequeña propiedad en La Concha que el terrateniente quería para sí.

Poco tiempo después uno de los dos sospechosos fue liberado. El otro fue muerto en un presunto intento de fuga de la prisión, según una versión de la Policía.

La extraña muerte del prisionero desató una ola de comentarios que cuestionaban el proceder de la Policía, que acalló a tiros un testimonio que pudo haber sido molesto.

Otros sospechosos, Orlando Barreto y Guillermo Zamora, mandador de la hacienda San Gabriel con quien González alguna vez habría tenido discrepancias, habían sido liberados con anterioridad.

UNA ANECDOTA

Entre las riquísimas anécdotas que Adolfo Bonilla relata en su libro Lucha Campesina está la protagonizada por el ex vice gerente general de la desaparecida Enaluf, Octavio Salinas. Desde el mes de diciembre de 1963, el Sindicato de Trabajadores de la Caña de Villa El Carmen le solicitó la electrificación de dicha comunidad y a pesar de que les prometió que sería incluida el año siguiente…. ¡la energía eléctrica no llegó a El Carmen sino en 1975, doce años después!

SEPULTADAS POR LAS AGUAS

El conflicto por las tierras de Las Canoas llegó intacto al 19 de julio de 1979.

– Por sus presuntos vínculos con el somocismo, el gobierno sandinista expropió al terrateniente que reclamaba como propias las tierras de la mencionada comunidad.

– Las tierras en conflicto quedaron cubiertas por las aguas de la represa del complejo agroindustrial Victoria 19 de Julio, uno de los primeros proyectos sandinistas de desarrollo.

– Los habitantes de Las Canoas fueron trasladados a otras tierras ubicadas entre el empalme de San Benito y Las Banderas. El traslado fue un acontecimiento doloroso para los campesinos, que se vieron de pronto desarraigados del sitio donde habían vivido por décadas.

– Uno de los principales problemas fue el de la separación de sus deudos sepultados en el cementerio de la comunidad. Los campesinos pidieron que se les permitiera su exhumación para sepultarlos en el cementerio de la naciente comunidad, lo que hicieron en medio de estrictas medidas de higiene.

– Sin embargo, en el traslado muchos restos se confundieron y ahora la gente no sabe si en realidad son los de sus deudos los que visitan cada dos de noviembre.

– El Primer Congreso Campesino instalado los días 23 y 24 de febrero de 1974 llevó el nombre de Félix Pedro González Urbina en homenaje al líder campesino asesinado por defender los derechos de su comunidad.  

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