Me motiva el escribir este pequeño artículo ante tanta injusticia y falta de seguridad ciudadana en la que se encuentra la población de Nicaragua, en especial esa población más desposeída.
El día sábado 18 de noviembre a las 4:00 p.m. de la tarde el joven conductor de mi madre regresaba a su hogar después de una larga jornada de trabajo y bajándose de un bus un grupo de pandilleros del Barrio Reparto Schick lo atacaron con tubos golpeándole de manera indiscriminada hasta dejarlo tirado en estado de inconsciencia con fracturas cerebrales que hasta la fecha de hoy se debate en un hospital entre la vida y la muerte. Este joven de apenas 29 años es el sostén de una familia de 7 niños pequeños y estos grupos de pandillas hacen y deshacen con la población sin pensar en las consecuencias de sus actos, ya que ellos mismos son producto de una descomposición social, burlándose así de la justicia policial y de toda una población indefensa y desprotegida.
Como este joven hay a diario muchos jóvenes desconocidos por cada uno de nosotros en un hospital debatiéndose entre la vida y la muerte producto del mismo mal y en ese hospital cada medicamento y cada examen no está al alcance del bolsillo de esa familia que injustamente fue dañada, pero si no paga o no tiene un ángel a su lado, ese joven muere en ese pasillo del hospital. Muchos pobladores tienen miedo de hablar y denunciar los hechos por temor a una represalia de esos grupos pandilleros, por lo tanto a tempranas horas de la tarde cierran sus puertas por el temor a ser atacados.
Por tal motivo hago un pequeño llamado a las autoridades competentes para que trabajen en conjunto con la Policía, Ejército y habitantes de los barrios más afectados en algún plan más concreto para que poco a poco y con verdaderos deseos vayamos limpiando todos esos males de causantes de la descomposición social en que está sumergida Nicaragua.
Rhina Urcuyo de Chamorro.