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Tras la tormenta… ¿la calma?

Ary Neil [email protected] Lo único que quedó evidenciado con la crisis provocada por la quiebra del Banco del Café, es la debilidad de todo el Sistema Financiero Nacional y, sobre todo, de la institución que debe regularlo como es la Superintendencia de Bancos. ¿Fue incapacidad de las autoridades de esta entidad o simplemente se hicieron […]

Ary Neil [email protected]

Lo único que quedó evidenciado con la crisis provocada por la quiebra del Banco del Café, es la debilidad de todo el Sistema Financiero Nacional y, sobre todo, de la institución que debe regularlo como es la Superintendencia de Bancos.

¿Fue incapacidad de las autoridades de esta entidad o simplemente se hicieron de la vista gorda? Porque si fue esto último, ¿a qué intereses estaba respondiendo la Superintendencia al no intervenir el banco en su debido momento cuando la ley le faculta para hacerlo? Más aún, cuando era del conocimiento de las autoridades la situación por la que atravesaba esa entidad desde hace un año.

Con la decisión del gobierno de asegurar a los cuentahabientes el retorno de sus ahorros no se soluciona el problema que tenemos enfrente. El sistema bancario privado nicaragüense y las instituciones gubernamentales financieras han demostrado incapacidad para enfrentar crisis de este tipo.

No hay que olvidar que aún queda el Banco Nicaragüense de Industria y Comercio (Banic). El gobierno pretende darle un respiro, pero con los más de 4 millones de dólares y 10 millones de córdobas retirados de esta entidad en sólo dos días, será muy difícil que se recupere.

El problema se agrava porque no existe una ley que establezca con claridad las reglas del juego en materia bancaria y tampoco hay una legislación que proteja a los ahorrantes. Además quien continúa pagando los platos rotos de estas deficiencias -privadas y públicas-, es el pueblo que paga sus impuestos. ¿O de dónde cree usted señor lector que va a salir el dinero para pagarles a los clientes que tenía el Bancafé hasta el día de su quiebra? Exactamente, de nuestros bolsillos.

La tormenta ya pasó, pero como después de cada desastre natural hay que reconstruir; ahora nos toca un largo proceso de limpieza de los escombros económicos y financieros provocados por el paso del “Huracán Bancafé”.

Estoy seguro que a los nicaragüenses les gustaría saber cuál es el “pronóstico del clima financiero” para las próximas horas o días. Imagino que el departamento de meteorología de la Superintendencia de Bancos y del Banco Central de Nicaragua funciona a las mil maravillas.  

Cartas al Director

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