Edgard Tijerino M. [email protected]
Esto es como la sinfonía que Schubert no completó… Después de 15 años de haber estado avanzando hacia la grandeza y la fortuna, a través de ese campo minado que es el boxeo, deporte devastador como pueden certificarlo Muhammad Alí, Kid Gavilán y Ray Robinson, entre tantos, Oscar de la Hoya pretende seguir peleando dos años más para buscar un par de títulos que le permitan ser único, ajustar cuentas con Trinidad, enfrentar a Fernando Vargas, y si Mosley sube de peso, esperarlo para otra batalla como la de Leningrado.
El boxeo no es compatible con la música, tampoco el cine… ¿Se imaginan a Ricky Martin o Luis Miguel cantando con un parche en una de sus cejas o un ojo morado, o teniendo que recurrir constantemente a un cirujano plástico?… ¿Cómo podría De la Hoya hacer las nuevas versiones de Casablanca y Lo Que El Viento Se Llevó, sin el perfil de Bogart y el de Gable?… Peor aún, ¿Cómo podría enfocarse en combates tan exigentes compartiendo preocupaciones con otras tareas, por ejemplo, pensando en su próximo disco?
Las múltiples facetas que De la Hoya cree poder manejar, es un tema para discutirlo sin soportes consistentes… Por ahora, él ha demostrado que nació para ser boxeador, y que aprovechando su carisma, excelente manejo de la humildad y una eficiente promoción, se instaló en la cima convirtiéndose en el más grande factor de producción fuera del peso completo.
¿En que otro tipo de tarea, diferente a cambiar metralla entre las cuerdas, hubiera podido Oscar ganar hasta 20 millones de dólares por actuación?.. .Sólo siendo más taquillero que Brat Pitt, o Cruise, o De Niro, o Cage.
¿Cuándo cobraría por un concierto?… Nunca como Pavarotti, o Plácido, o Carreras.
Jordan quiso ser pelotero, algo más aproximado a lo que hacía, y fracasó… Mike Rourke se convirtió en un actor de cine mediocre de 9.99 dólares, y también fue un boxeador mediocre. De manera que posiblemente todos sus intentos en diferentes áreas, hubieran podido terminar en el mismo nivel de rendimiento.
De la Hoya estaba disfrutando del éxito obtenido por su primer album musical “Ven a mí”, cuando habló de su interés por regresar al ring para enfrentar nuevamente a Trinidad en un intento de ajuste de cuentas.
¿Será ahora más atrevido habiendo incursionado en el terreno de los cantantes y buscando proyectarse como artista de cine?… No lo creo, y seguramente, usted tampoco.
Para tomar todos los riesgos necesarios en los últimos rounds de una pelea con Trinidad, para estar dispuesto a guerra sin cuartel con Fernando Vargas, o someterse a un desgaste brutal enfrentando a Mosley, hay que concentrar totalmente los esfuerzos de adiestramiento sin la menor desviación.
De la Hoya es un formidable peleador, capaz de combinar el arte con la violencia, la furia con el sacrificio, listo para continuar emocionándonos y cobrando grandes bolsas, pero sin pensar en otra cosa.
Trinidad, Vargas y Mosley, podrían lograr grandes ingresos peleando entre ellos, pero nunca con cifras tan atractivas como las que les garantiza De la Hoya. El es el factor.
Y sin embargo dice: “La música es mi pasión. Siempre me ha gustado. Si fui boxeador fue por complacer a mi papá, por su presión, así que no tuve opción”.
Claro, cuando se tiene fama y fortuna después de 15 años, cuando el chavalo a quien entrevistamos en Barcelona después de ganar la medalla de oro olímpica se ha convertido en un símbolo taquillero en el boxeo mundial, se puede parar y buscar otro tipo de distracciones, alejadas por completo de los riesgos.