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Una actitud grave

Edgard Rodriguez C. [email protected] El salario ha tardado en llegar y por tanto, ha emergido el juego displicente. Bajo ninguna circunstancia se puede justificar la falta de entusiasmo y el desapego a la profesión, que proyectan algunos jugadores debido a que aún no se les ha cancelado su pago. No es fácil, de eso estamos […]

Edgard Rodriguez C. [email protected]

El salario ha tardado en llegar y por tanto, ha emergido el juego displicente.

Bajo ninguna circunstancia se puede justificar la falta de entusiasmo y el desapego a la profesión, que proyectan algunos jugadores debido a que aún no se les ha cancelado su pago. No es fácil, de eso estamos claros, pero no se puede estar pisoteando al juego de esa manera.

Algunos elevados están cayendo casi en los pies de ciertos jardineros, las conexiones por el piso superan el discreto esfuerzo de los jugadores de cuadro y se filtran hacia el outfield, de donde es devuelta la pelota sin energía. Y al bate, no hay fortaleza.

Como diría Balzac, cometer errores en la juventud, es como desgarrar el vestido que vas a usar el resto de tu vida. Los peloteros que asumen esas actitudes, quedan marcados, se desprestigian y su honestidad como personas queda en entredicho. No existe una excusa.

Por supuesto, nadie puede jugar tranquilo si sus necesidades fundamentales no están satisfechas. Pero el béisbol no es una isla. Es el reflejo del empobrecimiento económico, y peor aún, moral, que sacude a la sociedad en su conjunto. La crisis es terrible y generalizada.

Quienes no han pagado a los peloteros son los directivos… Entre ellos hay gente de todo tipo. Prepotentes y amables. Honestos y cuestionables. Pero hasta ahora, nadie ha podido probar que ellos se estén robando el dinero que está destinado para los jugadores.

En un contexto como el nuestro, donde no existen dueños de equipos y donde las franquicias son propiedad de FENIBA, los directivos se encargan de realizar las gestiones para conseguir el soporte económico para cada club. Y en un segundo plano, está el ingreso por entradas al estadio.

El pilar fundamental para el sostenimiento de los equipos, lo constituyen los patrocinadores. Casi la mayoría de los casos, los directivos no aportan dinero. Pero invierten grandes cantidades de tiempo para conseguirlo. Y eso sacrifica sus comodidades y sobre todo a su familia.

Para decirlo pronto, el problema no son necesariamente los directivos, sino la crisis que atropella al país. Cada equipo es un mundo distinto. Hay unos como León que están bien plantados por su nexo con el gobierno actual y otros como Chinandega que viven de la caridad pública.

Sin embargo, hasta los directivos que “están pegados a la teta” hacen su mejor esfuerzo para poder responder en tiempo y forma a sus compromisos con los jugadores, pero a veces no se puede. Y eso no sucede sólo en el béisbol, sino en todo el contexto de nuestra sociedad.

Y los peloteros deben comprender eso. Y sobre todo deben entender que bajo ninguna circunstancia se debe manosear el juego. ¿Saben porqué?.. Por los aficionados, pagan por ir a verlos… Y si cada vez son menos en los estadios, es porque no les satisface lo que se les ofrece.

Reitero, no es fácil que te deban tu salario cuando te lo has ganado a pulso y existe un compromiso para que te sea cancelado en una determinada fecha y no sucede así. Yo sé lo que es eso. Pero he entendido que cuando no se tiene dinero, tu único capital es tu nombre. Y hay que hacerlo bien.   

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