¡Madre!
Cuando veo tu sonrisa
dibujada en un retrato,
y feliz… de cuerpo entero…
mis ojos dilatados, absortos,
incrédulos,
de pronto se humedecen.
No concibo ¡es mentira! que hayas
muerto… y que esta Navidad
O el Año Nuevo, no verán los
vestidos de un estreno ni tendrás
las tarjetas navideñas…
Sin embargo, no importa, yo te escribo,
de esta orilla del mar y eterna
ausencia, aunque sé que en los
años venideros serás sombra … no más,
dulce recuerdo.
Pero un día será… nos reuniremos
y en la milpa solar de los abuelos
nacerá otro maíz, hijo del cielo,
y un granito los dos, tú y yo seremos…
Adrián-Heradio
Diciembre
Oviedo, Principado de Asturias, España.