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El presidente electo George W. bush (detrás) y el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en un reciente encuentro.LA PRENSA/AP.

Prosperidad económica de EE.UU. tenderá a disminuir

Economistas prevén una desaceleración suave El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se desaceleró, cayendo del 5.6% en ritmo anual en el segundo trimestre a un 2.4% en los tres meses siguientes Jean Louis Santini (AFP) WASHINGTON.- Estados Unidos está a un paso de cumplir diez años de prosperidad excepcional, alimentada por el avance de […]

  • Economistas prevén una
    desaceleración suave
  • El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se desaceleró, cayendo del 5.6% en ritmo anual en el segundo trimestre a un 2.4% en los tres meses siguientes

Jean Louis Santini (AFP)

WASHINGTON.- Estados Unidos está a un paso de cumplir diez años de prosperidad excepcional, alimentada por el avance de las tecnologías de la información; pero el horizonte se oscurece para la economía, precisamente en el momento en que un nuevo presidente, George W. Bush, se apresta a tomar las riendas del país.

La mayoría de los economistas, al igual que Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal (Fed), cree que habrá una desaceleración suave del ritmo sostenido de crecimiento económico de los últimos años. Una minoría, por el contrario, no excluye un aterrizaje brutal en el 2001.

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se desaceleró, cayendo del 5.6% en ritmo anual en el segundo trimestre a un 2.4% en los tres meses siguientes, principalmente a raíz de los seis ajustes de la política monetaria entre junio de 1999 y mayo pasado, destinados a frenar un consumo excesivo y evitar un sobrecalentamiento.

Pero las previsiones, en general, señalan un crecimiento del 3% para el resto del año y en 2001 gracias al vigor persistente del consumo.

Greenspan advirtió recientemente que “en una economía que ya perdió una parte de su impulso, es necesario seguir vigilando la posibilidad de que la disminución de los valores bursátiles precipite una desaceleración excesiva de los gastos de los hogares y de las inversiones de las empresas”.

Desde hace un año y tras ganancias fenomenales, el optimismo de los corredores bursátiles se calmó. En el Nasdaq, donde se cotizan los títulos de la nueva economía, los valores se hundieron cerca del 50% desde marzo, convirtiendo en humo cerca de 3,000 millones de dólares.

Si bien esta corrección, que eliminó la burbuja especulativa, es generalmente considerada sana, el nerviosismo y el pesimismo creciente en el conjunto de los mercados financieros, alimentados por resultados decepcionantes de una cantidad de empresas, hace temer todavía el riesgo de un crack.

Greenspan dejó entrever implícitamente una flexibilización de la política monetaria, intentando apaciguar la ansiedad de los inversores para reducir los riesgos de un crack, según analistas.

SITUACION DELICADA DE GEORGE BUSH

Una desaceleración pronunciada del crecimiento y los riesgos que se asocian a ello tras diez años de prosperidad colocarán al presidente George W. Bush en una situación delicada. Además de la debilidad producto de la larga querella electoral que habrá precedido su nominación, el mandatario dispondrá de un margen de acción muy estrecho frente a un Congreso paralizado por el cuasi equilibrio de fuerzas entre demócratas y republicanos, según analistas.

TEMOR DE RECESION

Una baja excesiva de la bolsa provocaría sin duda una recesión, explicó John Lonski, principal economista de Moody’s. En primer lugar el consumo, principal motor de crecimiento, se vería fuertemente reducido con la desaparición del efecto de enriquecimiento de las ganancias bursátiles de la última década.

– Además, una caída de los valores bursátiles amputaría las capacidades de endeudamiento y de inversión de las empresas, acarreando una reducción de sus actividades y una disminución de las ganancias de productividad, agregó Lonski.

– Estas ganancias importantes, atribuidas a la aplicación de las tecnologías de la información, permitieron absorber el alza de los costos salariales y mantener un crecimiento económico con un desempleo en su menor nivel en 30 años, sin provocar fuertes tensiones inflacionistas.

– Una fuerte desaceleración del crecimiento estadounidense y malos desempeños bursátiles implicarían también una depreciación del dólar, mientras que los inversores buscarían colocaciones más ventajosas fuera de Estados Unidos.

– Una baja del billete verde, con sus consecuencias inflacionistas, reduciría entonces considerablemente el margen de maniobra de la Fed para bajar sus tasas de interés. Y tanto más cuando Estados Unidos debe financiar en el exterior el enorme déficit de sus cuentas corrientes (4.5% de su PIB contra 1.7% en 1997), nacido de la explosión de su déficit comercial.  

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