Por fin llegamos al nuevo milenio, olvidémonos que el primero de enero del 2000 inició el tercer milenio, fue apenas hace cinco días. Y no lo digo yo, sino que lo proclamó la ciencia y la Iglesia Católica a los cuatro vientos, el observatorio naval de los Estados Unidos, el observatorio de Greenwich, la Enciclopedia Británica, el Almanaque Mundial y el Papa Juan Pablo II. El hecho ha generado gran expectativa en la humanidad, sobre todo en los supersticiosos, quienes aseguran que nos encontramos a las puertas del fin del mundo. Y es que no se trató de simplemente pasar de un año a otro, sino que fuimos testigos de un paso de siglo a otro, de un milenio a otro, algo imposible de vivir nuevamente y por lo que nos sentimos afortunados.
Los astrólogos concuerdan de que este año que recién comienza será de descubrimientos científicos, tanto en tecnología como en la medicina. Los astros marcan un período idealista y humanitario, de grandes reformas globales en el ámbito político, económico, social, artístico y religioso.
Esta nueva situación pondrá la base de los cambios que en Europa se están dando con la inclusión de nuevos países a la Comunidad Europea, el fortalecimiento del Euro y el fenómeno de Globalización que está tan de moda. En el aspecto social es probable un gran auge y concienciación de la formación de nuevas sociedades y la consolidación de las anteriores sobre todo de sociedades humanitarias para el desarrollo de sistemas globales, para eliminar el desequilibrio de los países desarrollados con los subdesarrollados.
No se descartan fusiones y creaciones de grandes compañías económicas como las dedicadas a la Aviación, Internet, Telecomunicaciones, Informática y Transportes. En el aspecto artístico, se realizarán las primeras películas en cine con actores ficticios realizados por ordenador.
Se crearán nuevos hábitos de trabajo (disminución de la jornada de trabajo, flexibilidad en el horario laboral, el ordenador como herramienta de trabajo será más indispensable) por el increíble crecimiento de la tecnología y los medios de difusión, que tendrán una gran relevancia en la actividad laboral. Por supuesto que en Nicaragua no sucederá nada de esto.
En el tema religioso, se espera el aumento de nuevas sectas religiosas de índole humanista. La Religión Católica tendrá una verdadera reforma en todos los aspectos, con la posible sucesión de un nuevo Papa para este año y un nuevo Concilio, para tratar las nuevas reformas que se implantarán.
Relevante va a ser la situación del Oriente Medio con un recrudecimiento de la violencia en estos países, esperemos que no llegue a una nueva guerra en esta zona, pero es muy preocupante el tema.
Los grandes profetas
Rasputín, Buda, Nostradamus y el San Malaquías son los principales personas que nos heredaron numerosas profecías que nos provocan escalofríos por tratarse todas sobre el fin de la humanidad.
Grigori Yefimovich Rasputín era un monje iletrado, de origen campesino, y gracias a su fama de taumaturgo y a base de numerosas intrigas logró ganarse a partir de 1905, la confianza de la zarina Alejandra-Fiódorovna. Desde 1907, el débil Nicolás II, dominado por la zarina, siguió ciegamente las indicaciones de Rasputín a quien ambos consideraban el salvador del zaretvich Alexis aquejado de hemofilia.
Pero, aparte de dedicarse a la política, este personaje se dedicó también al conocimiento universal, lo que quizá le facilitó el acceso a numerosísimos acontecimientos futuros.
“El aire que hoy desciende a nuestros pulmones para llevar la vida, llevará un día la muerte. Y llegará el día en que no habrá montaña ni colina; no habrá mar ni lago que no sean envueltos por el hálito fétido de la Muerte. Y todos los hombres respirarán la Muerte, y todos los hombres morirán a causa de los venenos suspendidos en el aire”.
No es difícil comprender que Rasputín se refiere a la degradación del Medio Ambiente, esta visión es una de tantas otras en las que se refiere a la contaminación del agua, a los cambios estacionarios, la muerte de la vegetación.
“Y cuando los dos fuegos sean apagados, un tercer fuego quemará las cenizas. Pocos hombres y pocas cosas quedarán; pero lo que quede deberá ser sometido a una nueva purificación, antes de entrar en el nuevo paraíso terrestre”.
Sabemos que en este caso Rasputín se refiere con fuegos a las grandes guerras, es decir a las dos guerras mundiales. Lo que plantea en este caso es que tras las dos grandes guerras vendrá una tercera que lo fulminará casi todo. Pero este fulminar será como arrancar las malas hierbas de un pasto, pues después de algunos cuidados ese pasto será de los mejores.