De pequeño jamás soñó ser actor, solamente le gustaba cantar, pues poseía una voz muy melodiosa, sin embargo cuando se dan esas transformaciones del desarrollo en el adolescente, su voz cambió y se hizo según él una voz terrible, pero su destino como artista no caducó allí.
En 1994 ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde inició sus estudios de Filología y Comunicación y gracias a una compañera de clases que estudiaba actuación en la Sala Justo Rufino Garay fue que se despertó en él la chispa por la actuación.
Hoy a sus 25 años de edad, René Antonio Medina, es uno de los mejores actores que posee el Grupo de Teatro Justo Rufino Garay y se le conoce por su actuación en las obras “La Cenicienta”, “En la Diestra de Dios Padre”, entre otras.
Aquí Entre Nos.- ¿Qué te llevo a actuar?
René Medina.- Creo que me motivó el querer sentirme vivo y querer decirle algo a un público, es como casi la esencia de comunicarse, ¿qué pretendemos? ¿para qué? y creo que lo hago para calar el pensamiento de la gente, las emociones de ellas y hacerlas reflexionar sobre una realidad que viven ya sea con los diferentes temas como la pobreza, la desesperanza, el amor, el odio, etc.
AEN.-¿Cuál ha sido tu mejor experiencia en cuanto a obras?
RM.- Creo que para un artista es difícil decir cuál es la mejor obra en la cual uno ha participado, porque cada obra es la suma de ir contribuyendo en cada montaje, no hay ni mejor ni peor actuación solamente es el trabajo que depende de lo que queremos comunicar, hay trabajos en los cuales uno se siente bien con uno mismo porque te identificas mucho y el problema es que nosotros nos identificamos en cuerpo y alma al montaje que estamos haciendo.
AEN.-¿Cuando estás actuando, te identificas con los personajes o te das cuenta que estás actuando solamente?
RM.- Lo que pasa es que cuando estamos en el escenario casi nos olvidamos de nosotros e inmediatamente nos convertimos y nos transformamos en el personaje y completamente les prestamos nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestra alma y nuestros sentimientos al personaje y estamos conscientes que dejamos de ser nosotros y aunque sabemos que es un personaje, saliendo del escenario pasamos por una etapa de relajamiento y de reflexión para nuevamente encontrarnos con nosotros.
AEN.- ¿En cuántas obras has trabajado?
RM.- A partir del 1994 entré a la primera obra que era infantil llamada Pinocho, dirigida por Lucero Millán, también estuve en La Cenicienta, En la Diestra de Dios Padre, pero realmente no recuerdo en cuántas he actuado, ya perdí la cuenta de las obras infantiles y para adultos.
AEN.- ¿De tu inspiración has creado alguna obra?
RM.- Mira, escrito no, porque todavía no me siento preparado para ser dramaturgo, además no sé si pueda serlo, pero sí he actuado y estoy ahora mismo como en un camino experimental a la dirección, pues dirijo el grupo universitario en la UNA, la primera obra que dirigí se llama Náufrago y a partir de allí estoy experimentando con la dirección, no en un plano completamente profesional pero sí como un aprendizaje.
AEN.- ¿Tu familia te apoya?
RM.- Creo que en los primeros años ha sido el bastión fundamental en mi carrera y le tengo que dar infinitas gracias a mi madre, a mis hermanos y la familia de mi mamá que son gente que todo el tiempo me ha apoyado, siempre para un estreno aquí están sin necesidad que los invite, ya son fans.
AEN.- ¿Y en tu vida amorosa cómo estás?
RM.- Soltero y sin compromiso, porque llevo una vida muy apretada y digamos que es como difícil, pero estoy vacante, si alguien me quiere llamar puede hacerlo o que venga al teatro a verme.