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Cuatro letras desagradables

Voy a relatar brevemente el calvario que sufrió una amiga que vino de México a pasar Año Nuevo con nosotros. La hicieron presentarse en el aeropuerto mexicano a las 4:00 a.m., es decir, que llegó a hacer fila a la hora indicada; después de casi una hora de espera impaciente por la inmovilidad de la […]

Voy a relatar brevemente el calvario que sufrió una amiga que vino de México a pasar Año Nuevo con nosotros. La hicieron presentarse en el aeropuerto mexicano a las 4:00 a.m., es decir, que llegó a hacer fila a la hora indicada; después de casi una hora de espera impaciente por la inmovilidad de la fila se adelantó al “counter”, y cuál es su asombro cuando le notificaron que el vuelo estaba sobrevendido y que iban a ver qué hacían con ella. Para calmarla, según ellos le dieron un ticket para que desayunara. Ella viajaría originalmente en LACSA

Ahí fue donde comenzó la verdadera odisea, pues después de aguardar la llegada de otros dos vuelos esperando sus valijas y siendo ya las 10:30 p.m. llamó por teléfono para pedirme la dirección de mi casa y contratar un taxi del aeropuerto que la trajera a mi hogar, después de pagar por supuesto de su bolsillo US$ 15.00.

Al día siguiente 24 de diciembre fuimos al aeropuerto, más de dos horas y nada; volvimos el lunes y tampoco; mientras tanto le dieron, como gran cosa, una orden de US $75.00 para que comprara ropa y zapatos, pero resulta que no pudo adquirir más que dos prendas de ropa interior y dos pares de medias, ya para el cepillo de dientes y la crema dental no alcanzó.

El día 27 hubo un nuevo viaje a la bodega ¡Dios Mío!… ¡qué horror! En unos estantes desvencijados había cientos de valijas de todo tipo y tamaño; en los pasillos no se podía circular pues había también valijas tiradas; en el patio otra vez, valijas, valijas y más valijas. En otra sección, cajas y más cajas.

También hay centenares de pasajeros que se atropellan en silencio, removiendo aquí, desechando allá, ilusionándose al encontrar una valija parecida a la suya. Por fin apareció la famosa valija… en el patio y por fin ayer la señora pudo vestirse, calzarse y otros menesteres con sus pertenencias. ¿Contaron ustedes los días que tardaron en entregarle sus valijas: 4 días… las mismas 4 letras desagradables de TACA.

Después de esta experiencia yo me pregunto ¿hasta cuándo toleraremos los centroamericanos este atropello que ha venido en aumento día a día? Me pregunto: ¿es que nuestros dólares valen menos que los que usan para adquirir tickettes o boletos de aviones de otras compañías?

Arturo Portocarrero A.  

Cartas al Director

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