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Con todas las medidas técnicas y sanitarias las mujeres procesan la nuez del marañón.

Doña Yolanda vive donde el amor hizo su hogar

El caserío se llama Tecoaname y está vigilado por cinco volcanes amenazantes: El Hoyo, Las Pilas, Momotombo, Rota y Cerro Negro. En esa aridez ardiente viven felices los garrobos, las culebras, los cusucos y chicharras. Mario Fulvio [email protected] Mientras sobre nuestras cabezas el sol cruel e inclemente hace hervir cabello y cráneo, allá, debajo del […]

  • El caserío se llama Tecoaname y está vigilado por cinco volcanes amenazantes: El Hoyo, Las Pilas, Momotombo, Rota y Cerro Negro. En esa aridez ardiente viven felices los garrobos, las culebras, los cusucos y chicharras.

Mario Fulvio [email protected]

Mientras sobre nuestras cabezas el sol cruel e inclemente hace hervir cabello y cráneo, allá, debajo del cuerpo, nuestros pies se derriten como marquetas de alquitrán atrapadas dentro de zapatones de hule que se convierten en hornos cuando se posan sobre el suelo calcinante.

Allí la tierra es de color mate arcaico, talco suelto y levantisco. Al pisarla levantamos con las suelas pequeñas nubes de polvo que quedan en suspensión por varios segundos.

Los vehículos que pasan trastabillando por el camino dejan tras de sí una cauda de cúmulos marrones que caen sobre los viajeros para transformarlos en fantasmas de color piedra pómez.

Para mí resulta extraño que en este desierto, sólo apto para la vida de las culebras, las chicharra, los piteros y garrobos, pueda haber vida humana. O si la hay, nos imaginamos que esa gente ha de vivir renegando del destino que los hizo nacer en tal región cuya vegetación predominante la constituyen el jícaro sabanero, el tigüilote, el sardinillo, matojos y cornizuelos.

DOÑA YOLANDA: LA LIDER NATURAL

Pero pronto nos damos con una piedra, más que en los dientes, en los imprudentes pensamientos, doña Yolanda Escobar, la líder natural de las mujeres del poblado, afirma sonriendo: “Yo nací en Tecoaname, aquí nacieron mis padres y mis abuelos y toda mi parentela pasada. Las raíces de esta comunidad son mis raíces, mi abuelita murió aquí a los cien años, y mi abuelito, fallecido ya, también me contaba que ellos nunca salieron de Tecoaname donde vivieron tranquilos, en paz y felices… Yo no aspiro a salir de mi lugar”.

Pero antes de pasar adelante debo presentarte, caro Sancho, a esta doña Yolanda, mestiza de 45 años de edad, de hermoso y reposado porte, casada con don Jenaro Andino, dos hijos vivos, plática fluida, amena, excelente memoria y siempre predispuesta al buen humor.

En Tecoaname doña Yolanda es la dirigente de un grupo de mujeres campesinas que con tenacidad mantienen activo un proyecto dirigido a la producción de nueces de marañón, algunas granjas porcinas y otras de iguanas y garrobos.

UNA COMUNIDAD DE PERDIDA HISTORIA

“Esta comunidad es antiquísima, pero como sucede con muchas otras de nuestro país, no se le conoce historia. Sin embargo, mi bisabuelo me contaba que por tradición él sabía que aquí hubo un poblado de indios que se llamaba Tecoaname, lo que en lengua nahoa quiere decir “Lugar donde los tigres beben agua”.

“Eso sería indicio de que aquí hay muchas fuentes de agua”, le pregunto.

“Aquí hay bonitas quebradas, la más conocida es la de Las Pilas, también está “La Cruz” y la que llamamos “de La Hilda” porque así se llama la compañera que vive en ese lugar, por último está la quebrada que llamamos de “El Negrón”.

LEYENDA DE AMOR Y FIDELIDAD

Por nuestra parte hay otra versión sobre el origen del nombre de Tecoaname y es la que dice que antes de la llegada de los españoles pasó por ese lugar una tribu de indígenas nómadas que venían procedentes de México. Se dirigían hacia el sur en busca de dos grandes lagos con prados verdes y feraces, donde deberían establecerse, según lo habían revelado y mandado sus dioses.

Comandaban el grupo el cacique Tohatli y su hijo único el príncipe Tecoa, el más valiente, inteligente y apuesto de los jóvenes guerreros, méritos que le valieron para ser ubicado a la cabeza de los exploradores, como un émulo de Moisés en busca de la “Tierra Prometida”.

Pero el hombre propone y el destino dispone. En el poblado vivía la india Name Xotli, de esplendente belleza y corazón de rosa. De ella se prendó Tecoa en tal forma, que por su amor desistió del viaje, se desprendió de su familia, renunció a grados y honores y se quedó en aquel sitio agreste. En vano sus padres y súbditos rogaron y lloraron para que continuara con ellos, se quedó rumiando tristeza y felicidad.

“Aquí se quedó Tecoa por el amor de Name” decían respetuosos los indios, con el tiempo se unificaron ambas palabras para formar Tecoaname, o “Lugar del amor inseparable”.

LA CAPITAL ES UN FALSO PARAISO

Algo tiene de especial ese lugar cuando la india Name se negó a abandonarlo, advertimos a doña Yolanda… ¿A usted le gustaría vivir en otro lado?

“Pues fíjese que no -dice rotundamente-, me gusta ir a la ciudad, pero por un día. Ir, mirar, bueno… extrañar lo que no miro aquí. Ver la diferencia. Le cuento que cuando llegó al CIPRES y estoy platicando con Danilo, me siento apretada en aquel cuartito cerradito, hasta me siento como oprimida.

—¿No ha ido a los grandes almacenes, a los “mall” y demás centros comerciales?

—Como no. Allí me parece que estoy en un mundo desconocido donde todo está prohibido, porque no tengo con qué comprar. Yo veo las bellezas, subo las escaleras, pero cuando miro los precios me horrorizo.

Yo analizo y veo la diferencia. La tranquilidad que tengo aquí de respirar, de estar mirando para allá, para acá, sin miedo de que alguien me dé un golpe o me robe lo que ando, me hace pensar que soy muy feliz aquí y no anhelo jamás ir a vivir a la ciudad.

—Quiere decir que aquí nació, vive y aquí morirá.

—Dicen que uno sabe donde nace pero nunca donde muere. Pero yo quiero morir aquí porque no deseo causarle a mis pobres hijas un problema de traslado si me fuera a Managua. Allá hasta la muerte resulta una explotación carísima, aquí no, aquí me muero y a nadie hay que pagarle.

-Y no siente a veces una sensación de aislamiento.

—No, a mí me molesta el ruido de la ciudad. Entre más sola estoy más tranquila me siento.

EL ALEGRE TECOANAME

Tierra agreste, telúrica y ruda es esta de Tecoaname, un caserío ubicado dentro del enorme valle de Malpaisillo, 22 kilómetros al norte de León Viejo en la oquedad que vigilan los volcanes Momotombo, Las Pilas, Cerro El Hoyo, Rota y Cerro Negro, todos renegridos, retobados, con cara de pocos amigos.

“LA NICARAGËITA”

– La nuez de marañón “Nicaragüita” está adquiriendo prestigio en los mercados españoles

– La demanda hispana es de toneladas del producto, pero las campesinas de COOPEMUS aún no tienen capacidad para producir tanto

– También se puede procesar la fruta del marañón, con la cual se pueden fabricar vinos, aceites y licores

– Últimamente las semillas han sido exportadas a Miami donde han tenido buena aceptación  

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