Es repudiable desde todo punto de vista el intento o acción de manosear, vapulear o manipular las cosas sagradas de Dios para satisfacer ambiciones egoístas y de poder político, sobre todo si quien lo hace ha tenido antecedentes claros y graves de ser enemigo acérrimo de la Iglesia, haberle causado daño y no arrepentirse. La Iglesia es obra de Dios y quien actúa contra ella actúa contra Dios y quien la manipula quiere manipular a Dios también ¿le gustaría esto a Dios? No lo creo, cuando esto ocurre se ha traspasado la frontera del respeto y la decencia.
Igualmente es repugnante que funcionarios del gobierno que se han llevado dinero del Estado o de donaciones que eran para paliar la tragedia de desastres naturales, vayan a la Iglesia a pretender lavarse la cara manipulando la misa, las figuras religiosas, a los obispos y los sacerdotes. En Nicaragua se ha perdido tanto la noción del respeto que algunos no vacilan en pretender usar a la Iglesia para fines mezquinos e inmorales.
El pueblo sabe quiénes son y estoy seguro que Dios con su justicia divina sabrá ponerlos en su lugar. Dios tarda, pero no olvida.
Marlon José Navarrete Espinosa.