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Qué hay detrás de Guns n’ Roses

Ahora sí, pasado el show, se ratificó que las canciones inéditas (cuyas versiones en vivo ya se pueden bajar de Napster), no pasan de pertenecer al género “Techno Rock apto para adultos”. La única novedad que presentan los Guns 2001 se la deben a artistas inquietos como Buckethead y Robin Finck. De algún modo, tanto […]

Ahora sí, pasado el show, se ratificó que las canciones inéditas (cuyas versiones en vivo ya se pueden bajar de Napster), no pasan de pertenecer al género “Techno Rock apto para adultos”.

La única novedad que presentan los Guns 2001 se la deben a artistas inquietos como Buckethead y Robin Finck. De algún modo, tanto misterio sirve para equilibrar un vacío creativo palpable.

Así San Axl potencia su divinización convirtiendo a sus seguidores en místicos que consiguen tenerlo cerca con paciencia. La estrategia demagógica es recuperar al público salteándose a la prensa. Y hasta tal punto es así que el diario O Globo tuvo que comprar la única foto del Guns disponible el día sábado a un fan brasileño.

A partir de lo cual, todo “gunner” que conseguía sacarse una instantánea con el ídolo pasaba a formar parte de un mercado negro fotográfico. Hasta que el disco no salga, el grupo fomenta una especie de mafia publicitaria a fuerza de jugar a las escondidas.

El fotógrafo oficial de don Rose, Robert John, se daba el lujo de retratar al fan que lleva tatuados los mismos dibujos que el cantante, a treinta jóvenes de Sao Paulo que se visten igualito que Axl y las coreografías de histeria que son de rigor en puertas de hotel.

El proyecto es armar un clip documental sobre el viaje de la banda a Río. En semejante contexto, cualquier dato, cualquier imagen es oro. Y eso crea mística. Algo que la música de la banda perdió junto con sus ex integrantes, allá por los 90.

BUCKETHEAD, EL GUITARRISTA

“¡Slash, Slash, sacate la careta!”, le gritaban a Buckethead (cabeza de balde) en el Rock in Río. Pero nada; no es Slash. Es un músico que podríamos catalogar de “Avant Halen”: es un virtuoso de los solos estilo “Eruption” (Van Halen) pero él los toca como si de un arte marcial y una obra de arte se tratara.

Este californiano siempre lleva un balde de una cadena de pollos fritos en la cabeza, y en la cara una máscara de asesino serial. Asegura que nunca nadie conocerá su verdadero rostro. Ama el cine de terror clase B y a partir de este fanatismo fue seducido por Axl.

Como sus padres no le habían regalado el muñeco del asesino Leatherface, el cantante le consiguió uno y se lo envolvió para el arbolito de Navidad. Cuando Buckethead vio el muñeco, no pudo negarse a ser un nuevo Guns. Para Río preparó una rutina de karate y pasos de breakdance extraterrenal.

Buckethead tiene un disco esencial para entender el underground yanqui de los 90: Bucketheadland, imperdible. Que alguien tan under como Buckethead toque en Guns es fuera de lo común. Y esto sumado a las presencias de un ex Primus (Brain, baterista), un ex Replacements (Tommy Stinson, bajo) y un ex Nine Inch Nails (Robin Finck, guitarras), le ofrece a los Guns un pulmotor para resistir el paso y el peso del tiempo.

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