El interés del liberalismo por lograr una alianza con los conservadores es porque no puede minimizarse la importancia de la organización política verde, con más de un siglo de existencia en el espectro político nacional.
En cuanto a las alianzas o pactos (palabra sacrílega para algunos que hay que desterrar del vocabulario político), si giran en torno a un interés nacional de gobernabilidad no tiene por qué sorprendernos, pues basta “un coup d´ oeil” a nuestra historia para darnos cuenta que la alianza de Martínez y Jerez después de la Guerra Nacional, restauró la República.
Después del acuerdo de paz de 1858 entre Liberales y Conservadores una vez concluida la Guerra Nacional se dio una larga tregua y surgen los famosos 30 años de esplendor y grandeza del gobierno conservador. Un poco más reciente, siempre en función de los intereses nacionales, en 1947 el Partido Conservador respalda a Enoc Aguado, un liberal, y si no ha sido por el fraude montado por el somocismo, hubiésemos tenido Presidente de la República producto de una alianza libero-conservadora.
En la actual coyuntura política nacional, el frentismo estimulado por los resultados alcanzados en las municipales, ven posibilidades de alcanzar el Poder Político y aunque diz que han cambiado, tratarían de establecer un régimen análogo al de los años ochenta, no deseable para el nicaragüense sensato y con el suficiente sentido común.
Entonces es allí donde se hace necesaria la alianza libero-conservador para poner a salvo los principios de Inteligencia, Orden y Espiritualidad que como bien señalara el escritor Francés Paul Valery en una frase profunda: “La civilización occidental descansa sobre tres bases: La inteligencia griega, el orden romano y la espiritualidad Judío-Cristiana”. Principios y fundamentos éstos que fueron en la década preanterior, eje de ataque y punto de destrucción de las fuerzas totalitarias de izquierda.
Entonces, concluyendo: de la alianza de fuerzas democráticas (como son Conservadores y Liberales) siempre ha surgido algo provechoso y halagüeño para los intereses nacionales, como lo dejé referido al inicio de esta nota. La izquierda, en El Salvador lo que no pudo lograr en diez años de guerra civil, lo está logrando con los votos y capitalizando los espacios democráticos creados, dividiendo al adversario sea rojo o verde. Y aquí, se está propugnando por una quimérica tercera vía, la cual es desde el punto de vista político inexistente en nuestro país.
Hay que llegar al convencimiento que la lucha política actual es entre democracia versus totalitarismo de izquierda. Es hora de la unidad de las fuerzas democráticas; la historia es el mejor docente.
Dr. Rolando Bertrand Ríos
Conservador.