Leslie Nicolás [email protected]
Productores nicaragüenses se encuentran involucrados en un proyecto mesoamericano que pretende a través de la participación directa de los productores mejorar y crear nuevas variedades de semillas de granos básicos.
Dicho proyecto de fitomejoramiento cuenta con la participación de México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Cuba y Nicaragua.
Todos estos países conforman una red regional, llamada, Programa Colaborativo de Fitomejoramiento participativo en Mesoamérica.
El programa pretende aprovechar las experiencias en cada uno de los países en donde se está desarrollando el proyecto y que éstos se apoyen mutuamente.
Dicho programa consiste en lograr nuevas variedades en lo que a granos básicos se refiere.
En el caso de Nicaragua, el proyecto está a cargo del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Centro de Investigación y Promoción de Desarrollo Rural y Social (CIPRES).
Javier Pasquier, coordinador del proyecto, explicó que este programa inició en todo Centroamérica el año pasado y se pretende que en el plazo de un año se obtengan nuevas variedades de maíz y frijol. Estas nuevas variedades deberán responder a las necesidades de los productores.
Normalmente personal científico y expertos con todas las condiciones requeridas se dedican a la creación de nuevas variedades. Sin embargo, estas variedades son muy poco aceptadas por el productor, pues no responden a los intereses del mismo, en cuanto a resistencia a plagas y demanda de insumos se refiere. O bien en muchos de los casos, no se adaptan a las condiciones en las que vive el productor.
PRODUCTOR SE INVOLUCRA
En este sentido, Pasquier dijo que el programa busca que se puedan generar variedades nuevas con la participación de los mismos productores.
En el caso específico de este programa las primeras etapas de desarrollo de la nueva variedad de semilla, se realizan en un centro especializado y las posteriores se hacen en la parcela del productor”, señala Pasquier.
El productor define los criterios que debe de tener la nueva variedad, para que ésta se adapte a las condiciones requeridas.
Y para cumplir con ello, cada uno de los países participantes en el proyecto cuenta con la colaboración de un centro de investigación especializado y un Organismo No Gubernamental a cargo del proceso.
Pasquier indicó que se pretende dejar una metodología establecida de todo el proceso, en donde el productor pueda colaborar con los estudios científicos que se estén realizando.
“Con la creación de nuevas variedades no se crea que manipulamos genéticamente la semilla, sino que por el contrario, se crea a través de los procesos manuales. Se va sembrando la semilla ciclo a ciclo y manualmente se van haciendo injertos o bien las mismas semillas realizan sus cruces de forma natural”, asegura Pasquier.