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Luis Fley, “Comandante Johnson” quien a finales de la guerra fue el Fiscal de Derechos Humanos en la Contra, escucha consejos de parte de Enrique Bermúdez, en el campamento Yamales. Años después, le tocaría a Fley investigar el crimen de Bermúdez. (Abajo) Peritos de Criminalística de la Policía Nacional revisan el cuerpo de Bermúdez, horas después de su muerte. Sus informes fueron desvirtuados meses después por investigaciones hechas en Estados Unidos. LA PRENSA/ARCHIVO.

Fley: “Investigación oficial fue basura”

“El gobierno hizo la mueca en las investigaciones y de este modo aparentar a nivel internacional que estaban cumpliendo, y de esta manera destrabar la ayuda de Estados Unidos”, dice

Cuando la Comisión Especial Investigadora entregó el informe final el 1 de noviembre de 1991, todos los integrantes firmaron el documento, menos Luis Fley.

Había conocido por muchos años a Bermúdez y el mismo día que la Comisión renunció, Fley presentó por aparte un informe de Minoría sobre el mismo caso, donde además de señalar incongruencias en las investigaciones oficiales, solicitaba ayuda especializada internacional, la integración de una nueva comisión de investigación. Se negaba a abandonar las investigaciones.

Fley era conocido en el ámbito político-militar como “Comandante Johnson”. Antes, en 1988 y 1989, había sido nombrado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como Fiscal para los Derechos Humanos en los campos de entrenamiento de la Resistencia Nicaragüense.

Al recordar los detalles de aquella situación, cuenta que tenía la certeza de que nunca atraparían a los autores de la muerte de Bermúdez. “Era una estructura sandinista altamente politizada, sospechosa de ocultar información para encubrir a alguien poderoso”, dice Fley.

“Fue algo difícil. No sabíamos por dónde iniciar, y lo hicimos pidiéndole a la Policía Nacional que nos trajera los expedientes del caso. Nos llevaron cinco fólderes, legajos de papeles, donde había información poco realista. Mucha basura. No había esencia de la investigación”.

“Bien pudieron haber investigado quiénes llamaron a Bermúdez a su casa en las últimas 24 horas. Había medios técnicos porque estábamos en un país con órganos de inteligencia, un sistema policiaco, pero no lo hicieron”, cuenta Fley.

Para él, la Policía hizo una supervisión oficial basada en chismes y cuestiones de la calle. “La Policía no quiso involucrarse directamente en buscar a los culpables, porque las consecuencias podían ser nefastas”, dice Fley.

“Esa muerte ya quedó para la historia y difícilmente se sabrá quién fue”, dijo Fley, para quien el gobierno hizo “la mueca” en las investigaciones y de este modo aparentar a nivel internacional que estaban cumpliendo, y de esta manera “destrabar la ayuda de Estados Unidos”.

Nacionales Comandante 380 Enrique Bermúdez archivo

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