- Las personas que sufren discapacidad necesitan estudiar y capacitarse para trabajar dignamente y que se les reconozca su valor, pero muchas veces esto es limitado por los prejuicios arraigados en sectores de la sociedad
Adolfo Olivas Olivas – [email protected]
Martha Lorena Valdivia Valdivia nació con malformación en sus extremidades superiores e inferiores, se sobrepuso al rechazo a que fue sometida por su familia y por la sociedad, empujada por las ganas de vivir que la llevaron a ponerse en pie a los catorce años de edad.
A sus 32 años de edad reside en la comunidad Santa Cruz y es activista del Consejo Nacional de Mujeres Discapacitadas y la Organización de Mujeres Discapacitadas “Forjadoras del Milenio” del departamento de Estelí.
Los primeros diez años de su vida se mantuvo al amparo de padre y madre, que por haber nacido con el cuerpo deformado se avergonzaban de ella y su infancia la pasó recluida entre cuatro paredes que le aprisionaron la libertad de su niñez.
Caminando, aunque con dificultad, regresó a su comunidad y pidió posada en casas cercanas a la escuela con la intención de aprender a leer y escribir, según relata en entrevista para LA PRENSA.
LA PRENSA: —¿Alguna vez te has sentido rechazada en la vida?
Martha Valdivia: — Es feo decirlo, pero es la realidad. Por haber nacido con deformación en mi cuerpo, yo sufrí el rechazo de mi familia y la sociedad. Desgraciadamente no tuve el apoyo de mi familia y por mis propios medios me propuse salir adelante.
LP: —¿Qué problemas de malformación presentaste?
MV:— Yo nací con mi cuerpo deformado, con serios problemas en mis pies. Yo estaba condenada a no caminar, pero nunca perdí la fe que algún día caminaría y logré hacerlo.
Yo padezco de una deformación congénita que me limita las piernas y los brazos.
LP: —¿Cuándo lograste caminar?
MV:— Cuando tenía diez años, salí de la casa de mis padres y me interné en Managua en un orfanato donde estuve varios años con unas monjas y otro tiempo que lo pasé en Ciudad Darío, donde otras monjitas.
A la edad de catorce años comencé a caminar, luego que me practicaron nueve operaciones. Entonces abandoné el orfanato para regresar a mi comunidad en Santa Cruz (diez kilómetros al sur de la ciudad de Estelí).
LP: —¿Por qué abandonaste el centro religioso?
MV:— Bueno, porque yo notaba que mis condiciones no mejoraban, ya que solamente aprendía a tejer y yo necesitaba estudiar y buscar un trabajo y sentirme realizada como mujer y como persona.
Con muchos sacrificios aprendí a leer y escribir y terminé la primaria y aprobé el primer año de secundaria en el Instituto de Santa Cruz.
LP: —¿Regresaste a casa de tus padres?
MV: — No, realmente no. Yo regresé a la misma comunidad Santa Cruz, pero anduve posando en las casas de Griselda Arauz, Eva Payán y Perfecta Rosa Zeledón; pero ahora tengo mi casita.
LP: —¿Cómo la construiste?
MV: — Mis padres están viejitos y ellos se compadecieron de mí y me dieron un solar y yo con mis propios esfuerzos construí mi casita, porque siempre he querido ser independiente.
Mi papá y mi mamá ahora me miran como una persona que valgo, que trabajo y que no dependo de nadie.
Ellos están muy felices conmigo y ya no me miran como un animal raro, como cuando era pequeña.
Vendiendo la lotería de la Raspadita yo fui economizando y poco a poco fui construyendo mi casa pensando siempre en mi futuro.
Además me enredé con un señor, ya bastante de edad y tuve un hijo pero lamentablemente nació con un problema en la garganta y falleció al no aguantar la operación, entonces me operé y ya no pienso tener otro.
LP: —¿Cuáles son tus sueños?
MV: — Siempre he soñado ser abogada, pero primero tengo que bachillerarme y sería muchos años que tendría que estudiar y que con esta situación es difícil.
Mis mayores deseos es que la gente me mire como una persona normal y que se erradique el maltrato familiar y social para las mujeres que somos discapacitadas y construyamos todos juntos un mundo de igualdad.
MUJERES DISCAPACITADAS
– El Consejo Nacional de Mujeres Discapacitadas aglutina a unas 1,600 mujeres de los municipios de Somoto, Ocotal, Ciudad Antigua, Waslala, Tuma-La Dalia, Matagalpa, Jinotega, Granada, Chinandega, León, Belén, Managua y Estelí, donde desarrolla programas en beneficio de sus afiliadas.
– El analfabetismo, el desempleo, el rechazo familiar y la discriminación de la sociedad, figuran entre los principales problemas que sufren las mujeres con discapacidad.
– El trabajo de estas organizaciones va dirigido a sensibilizar a las familias y a la sociedad en general, en el sentido de que las personas con discapacidad no deben ser consideradas como parásitos, sino que hay que ayudarlas para que sean útiles a la sociedad.
– Actualmente, hay mujeres que viven encerradas en sus casas, porque carecen de un aparato auxiliar como muletas, silla de ruedas, y para colmo si van a buscar trabajo tampoco pueden entrar a las oficinas porque los edificios no cuentan con rampas como manda la ley.
SOBREVIVIO A NUEVE OPERACIONES
Cumplidos los diez años, Martha Valdivia fue enviada a un orfanato en Managua y después de nueve operaciones que le practicaron en sus frágiles piernas, logró caminar.