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Los Astros en el 2001

René “El Chelito” Cárdenas HOUSTON.— Los Astros, en busca de cómo olvidar el sueño angustioso del año pasado, abrieron sus maletas el miércoles pasado en Kissimmee, Florida, para iniciar una nueva aventura en la División Central de la Liga Nacional. Viendo los primeros rostros de sus esperanzados peloteros, el dirigente Larry Dierker adoptó la postura […]

René “El Chelito” Cárdenas

HOUSTON.— Los Astros, en busca de cómo olvidar el sueño angustioso del año pasado, abrieron sus maletas el miércoles pasado en Kissimmee, Florida, para iniciar una nueva aventura en la División Central de la Liga Nacional. Viendo los primeros rostros de sus esperanzados peloteros, el dirigente Larry Dierker adoptó la postura de lo que en béisbol se llama concentración.

“No creo que vamos a perder un minuto pensando en lo sucedido el año anterior,” dijo Dierker, “sino en lo que nos proponemos hacer durante esta campaña.”

Los Astros terminaron en el no muy honroso cuarto lugar con récord de 72-90, en el semiamplio nuevo parque de pelota Enron Field, terreno que se convirtió en una cámara de tortura para los lanzadores del equipo y en un festín para los bateadores contrarios.

El equipo de Houston decidió muy temprano que era necesario poner de patitas en la calle al primer pitcher, Mike Hampton y al jardinero Derek Bell, para bajar la planilla de pago, antes de poner los pies y bautizar el terreno de su nuevo cuartel general en el centro de la ciudad. El cambio no fue muy bien recibido por la afición.

Sin tener una bola de cristal en mis manos, imagino que el astuto Gerente General Gerry Hunsicker se vio entre la espada y la pared cuando la realidad económica de la organización dictó tomar una medida austera y producir un ganador por cuarta vez consecutiva. Vaya a saber usted que ese milagro no se dio y el conjunto tropezó contra todas las piedras del camino.

Usualmente, el invierno sirve para restañar las heridas y recargar las baterías. Pero a estas alturas, la afición que se desbocó sobre el nuevo estadio espera que sus mimados vuelvan por sus fueros.

Hunsicker, ni corto ni perezoso, se puso las espuelas y se dio a la tarea de asegurar la permanencia de jugadores claves como Jeff Bagwell, por cinco años, y el jardinero venezolano Richard Hidalgo, por cuatro. En diciembre recuperaron al reciclado receptor Brad Ausmus y al relevista Doug Brocail, que jugaban para los Tigres de Detroit. Y como si todo eso hubiera sido poco, se dio a la tarea de reforzar el deficiente pitcheo de 2000, con la obtención de los veteranos Kent Bottenfield y Mike Jackson.

El cuadro, la línea central del equipo, también mejoró con la adición del bien centrado y pelotero múltiple, José Vizcaíno, quien además de proporcionar respaldo para los lanzadores con su experiencia y buen guante, contribuye con su magnifica personalidad de buen hombre.

Según Dierker, el relevista Billy Wagner deberá demostrar una magnífica mejoría después de haber sufrido una intervención quirúrgica. Lo mismo el abridor Shane Reynolds, quien en diciembre se lesionó una rodilla mientras corría despacio. En lo que se refiere al retorno de Craig Biggio, tiene la esperanza de que su regreso sea exitoso después de una cirugía de rodilla.

Como la prognosis de Reynolds indica que estará bien hasta en mayo, los Astros podrían iniciar la temporada con los abridores Scott Elarton, Wade Miller, Octavio Dotel, José Lima y Kent Bottenfield.

Indudablemente Larry Dierker podrá manejar a un equipo más balanceado y más versátil en 2001.  

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