Una noche le pregunté a la luna
también le pregunté al lucero,
¿qué puedo hacer para que el amor nos una?
convencerle a ella de mi amor sincero.
No me dejes envuelto en penas,
a mi amor que con tanto esmero,
de mi mar eres la sirena,
que en la arena atento yo siempre espero.
Miro la lluvia caer sobre el techo,
Y en su ventana parece la brisa extenderle su mano,
suspira mi alma dentro de mi pecho,
siento su presencia que envuelve mi ser de saber
que le amo.
Pasan los días que carcomen el alma de mi ser que fallece
en espera de su amor como lluvias de mayo,
mi corazón susurrando por su ser se embelese,
batallando en
el tiempo sin cuartel ni desmayo.
Aveces es mejor querer así que ser querido y no poder sentir,
eres de mi alma divina consentida,
riachuelo que mitiga la sed de mi vivir
farolito que iluminas el sendero de mi vida.
Domingo Ramón Guzmán Reyes