- Es casi una ilusión buscar héroes deportivos perfectos
Edgard Tijerino M. [email protected]
Me he estado preguntando: ¿Por qué siempre exigimos de nuestras figuras del deporte, comportamientos ejemplares, imponiéndoles la obligación de ser seres humanos perfectos?… Fabricamos medidas demasiado altas y expectaciones demasiado grandes, separándonos dramática e ingenuamente de las realidades.
Ahí tenemos a ganadores del Premio Nobel, tan vulnerables como usted y yo, como bien lo explica Irvin Wallace en su gran novela… Presidentes de Estados Unidos como Kennedy y Clinton, expuestos a la opinión pública en el marco de sus debilidades… Incluso en la Santa Sede, hemos visto Pontífices imperfectos. Según el libro “Historia de los Papas” escrito por el Padre Apeles, publicado por Plaza y Janes, Juan XII fue de vida licenciosa y León VIII terminó siendo depuesto.
Hay atletas ejemplares, verdaderos modelos a prueba de balas, pero son algunos casos… Jordan, Sampras, Tiger Wood hasta hoy, Puckett… Aquí en casa, han sido pocos los modelos: Cayasso, Alexis en toda su etapa de grandeza mientras construía la más consistente idolatría con sabor a pinol, Denis con su enderezamiento impresionante, demostrando que siempre es muy temprano para tirar la toalla y perder las esperanzas, Nemesio navegando con la bandera de la humildad y la prudencia mientras progresa cabalgando sobre el potro de la popularidad, y recientemente Adonis Rivas, saltando desde la orilla de un fogón hasta la conquista de un título mundial.
Todos ellos aún sin haber llegado a convertirse en modelos, hubieran sido súper-atletas… Un Jordan jactancioso, mujeriego, propenso a otras desviaciones, ¿Sería menos grande en la historia del baloncesto?… ¿Lo fue Babe Ruth, o Sugar Robinson, o Magic Johnson, o Jimmy Connors?
Nosotros tenemos a Rosendo Alvarez, quien hoy ofrece una Conferencia de Prensa a eso de las 10 y 30 de la mañana en el Salón Las Leyendas de Los Ranchos… Un gran atleta, que fue capaz hasta de someterse a una reducción de peso para ir en busca del cinturón de las 105 libras, conquistarlo en Tailandia frente a un gran Campeón que permanecía invicto, defenderlo cinco veces, y luego de haber sido atrapado por la báscula, como era de suponerse llegaría el momento, obtener otro título mundial.
No es perfecto, ni pretendamos que lo sea… ¿Por qué vamos a exigirle eso?… Conozco a extraordinarios profesionales que nunca lograron ser excelentes personas.
La fama y la fortuna, son difíciles de manejar. Habitualmente te distorsionan no contribuyen a encauzarte, y eso es válido no sólo en los deportes, y tenemos que admitirlo… Uno piensa equivocadamente, que una vez entregado a la fama, te conviertas en alguien especial de la noche a la mañana y no seas capaz de cometer errores. Ese es un gran engaño en el debate sobre el gran modelo.
“Ese soy yo, de cuerpo entero, con todas estas debilidades. No quiero engañarte”, le dice Richard Gere a Wynona Ryder en la película “Otoño en Nueva York” que presencié la noche del sábado… Ese es Rosendo, ese es el Ratón Mojica, ese es Julio Moya, ese es Eduardo Green, con todas sus debilidades.
No necesitamos héroes, lo que necesitamos es una revisión de la realidad… No podemos decepcionarnos fácilmente si somos conscientes, por nosotros mismos, de las fallas y las fragilidades de los seres humanos… La búsqueda constante de los héroes impecables, en ocasiones incluso en el clero, es la más tonta de todas.
¿Qué hace a los Atletas diferentes?… Tenemos que admitirlos como son.
¿QUE CREEMOS?
Nosotros vemos de los atletas exactamente como son. Ninguno de ellos tiene gente de Relaciones Públicas tratando de fabricarle cuidadosamente una imagen, o intentando arreglarla a veces torpemente.
¿Alguna vez nos hemos preguntado cómo serían nuestras vidas si estuvieran bajo el escrutinio de un público exigente, apartado de la realidad?
Cierto, hay que tratar de ser incidentes para acercar a los atletas a “lo mejor” y no desfallecer en ese esfuerzo, pero evitemos juzgar en forma implacable a quienes alcanzan la fama ofreciendo un derroche de sus habilidades, conservando su vulnerabilidad.