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¿Será Moscú el próximo destino de Karol Wojtyla?

Una foto para la historia. Karol Wojtyla es el segundo de derecha a izquierda, con un rifle en la mano. Tenía entonces 19 años. Según sus biógrafos, Wojtyla atendió en julio de 1939, dos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, un campo de entrenameinto militar en un punto que ahora pertenece a […]

  • Una foto para la historia. Karol Wojtyla es el segundo de derecha a izquierda, con un rifle en la mano. Tenía entonces 19 años. Según sus biógrafos, Wojtyla atendió en julio de 1939, dos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, un campo de entrenameinto militar en un punto que ahora pertenece a Ucrania, pero que era entonces de Polonia

Michel Viatteau (AFP)

MOSCU.- El viaje del papa Juan Pablo II a Kiev y Lvov (Ucrania) marcará un hito bien sea a favor o en contra de una futura visita del Sumo Pontífice a Moscú, hipótesis que por el momento es enérgicamente rechazada por el patriarcado ortodoxo.

Un gran globo aerostático con la inscripción “Ucrania no es huérfana, no necesitamos al papa Wojtyla” flota en el cielo, mientras una procesión de fieles y muchas mujeres con pañuelos cubriéndoles la cabeza van en pos de popes barbudos que portan iconos y lideran el cortejo.

Tales imágenes, difundidas por las televisoras de Rusia, alternando con las declaraciones del patriarca moscovita Alexis II, donde pide la postergación de la peregrinación pontifical, puntúan la campaña contra la visita del Papa a Kiev y Lvov.

UN POCO DE HISTORIA

Una larga historia explica tan encarnizada oposición. El paso en 1596 hacia la obediencia romana de un importante grupo ortodoxo que vivía en lo que hoy es Ucrania occidental y el nacimiento de la Iglesia Greco-Católica, llamada Uniata, fueron considerados en Moscú como una agresión polaca.

La caída de la URSS acarreó el fin de la dominación del patriarcado de Moscú en su territorio.

Las ex repúblicas soviéticas, como Estonia o Ucrania favorecieron el surgimiento de iglesias independientes o ligadas al patriarcado de Constantinopla, en tanto que las greco-católicas ucranianas, borradas de un plumazo por Stalin en 1946, volvieron a surgir, recuperando unas 2,500 parroquias, sus fieles, inmuebles y también fondos, en gran detrimento de los ortodoxos conservadores.

El mensaje traído por el Papa a Ucrania, ¿podrá quebrar la desconfianza y posibilitar su visita a Moscú?

“La clave del problema no está entre las manos del patriarcado sino en el Kremlin”, opina un sacerdote católico francés establecido hace más de diez años en Moscú, Bernard Le Leannec.

POCOS CATOLICOS

La visita de Juan Pablo II, sin duda, alentará a sus fieles ucranianos. En Rusia, la apertura de las fronteras tras la caída del comunismo permitió por otra parte también el flujo de religiosos extranjeros, católicos o protestantes. Mejor formados y más dinámicos que sus cofrades ortodoxos, obtuvieron ciertos éxitos de popularidad que inquietaron al patriarcado moscovita que vio en ello el “proselitismo y el expansionismo” de Roma, aun cuando los católicos representan menos del 0.5% de la población rusa. A todo esto se suma la desconfianza general respecto de Occidente donde el Papa es percibido como uno de sus líderes más representativos.  

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