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Gani Rama, un aldeano de la etnia albanesa en Kosovo, limpia las tumbas de algunos de los 100 albaneses asesinados por los serbios en marzo de 1999, enterrados en un cementerio local. La limpieza étnica practicada por los serbios produjo numerosos crímenes de lesa humanidad que le son achacados al ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic.

Así se desintegró Yugoslavia

Victoria Stegic (AFP) BELGRADO.- El 25 de junio de 1991, el proceso de desintegración de la Yugoslavia del mariscal Josip Broz Tito comenzó formalmente con la declaración de independencia de dos de sus seis repúblicas, Eslovenia y Croacia, seguida por años de guerras que dejaron más de 200,000 muertos. La verdadera cuenta atrás comenzó con […]

Victoria Stegic (AFP)

BELGRADO.- El 25 de junio de 1991, el proceso de desintegración de la Yugoslavia del mariscal Josip Broz Tito comenzó formalmente con la declaración de independencia de dos de sus seis repúblicas, Eslovenia y Croacia, seguida por años de guerras que dejaron más de 200,000 muertos.

La verdadera cuenta atrás comenzó con la muerte de Tito el 4 de mayo de 1980. Los antagonismos existentes entre unos y otros, que el ilustre dirigente consiguió acallar durante 35 años, surgieron en seguida. Las élites políticas de las repúblicas ya no escondían sus ambiciosos proyectos para alejarse de la autoridad del poder central y crear Estados nacionales.

El primer ministro federal de entonces, el croata Ante Markovic, estaba convencido de que, con el apoyo financiero de Occidente, podría impedir la fragmentación de Yugoslavia. Pero Occidente se desentendió y no pareció comprender el peligro que amenazaba a los Balcanes.

En Belgrado, un joven apparatchik comunista, Slobodan Milosevic, intentaba imponerse en Yugoslavia y perpetuar el poder centralista de su predecesor.

Pero Milosevic carecía de la envergadura de Tito y, para lograr sus ambiciones personales explotaba la frustración de los serbios para avivar sus propias ideas nacionalistas.

UN ASTUTO OPORTUNISTA

“A menudo se le atribuyó a Milosevic un proyecto de Gran Serbia, pero era sobre todo un oportunista que sólo trabajaba para sí. La defensa de los serbios dondequiera que se encontrasen frente a las veleidades separatistas le dieron la ocasión” que necesitaba, subrayan en la actualidad numerosos historiadores en Belgrado.

“Los serbios saben luchar”, afirmó Milosevic, antes de asumir en 1990 la presidencia de Serbia.

En 1991, los acontecimientos se precipitaron. El ejército yugoslavo, a partir del 27 de junio, se enfrentó al ejército esloveno. Los combates, que causaron un centenar de muertos, cesaron unos días después por la presión ejercida por la Comunidad Europea.

Al este de Croacia, el asedio, por parte de los serbios, de la ciudad croata de Vukovar comenzó en agosto. Con anterioridad, en febrero, la Krajina, región de Croacia, habitada en su mayoría por serbios, se separaba de Zagreb.

En diciembre de 1991, El Vaticano y Alemania reconocieron la independencia de Eslovenia y Croacia.

Entonces Milosevic avivó la violencia. En Croacia y Bosnia, envió a su ejército par apoyar a sus compatriotas, que fuerzas paramilitares ya se habían encargado de armar y entrenar.

La guerra, de 1991 a 1995, causó estragos, matanzas étnicas, deportaciones masivas de poblaciones, campos de concentración y destrucciones de ciudades y pueblos.

Tres años después, se reanudaron los enfrentamientos entre la guerrilla albanesa separatista y las tropas de Belgrado en Kosovo.

El epílogo de esta nueva guerra fue, en la primavera (boreal) de 1999, el bombardeo devastador sobre Serbia por aviones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para imponer a Belgrado la retirada de sus fuerzas de Kosovo.

DESASTROSO BALANCE PARA MILOSEVIC

El balance de la década Milosevic fue desastroso.

La actual Federación yugoslava, fundada en 1992 por Milosevic, está integrada ahora solamente por Serbia y Montenegro. Pero también está amenazada por las orientaciones independentistas de los dirigentes montenegrinos.

Kosovo, habitado en un 90% por albaneses, y considerado por los serbios como la cuna de su civilización, está administrado por la ONU desde junio de 1999.

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