Emilia Mora yCarlos Hernández
UPALA Y LOS CHILES.– Fue en la noche del viernes 22 de junio. La muchachita de 15 años estaba detenida, por indocumentada, en una celda de un puesto policial en la frontera costarricense.
La puerta se abrió, un policía entró y su idea positiva de Costa Rica se vino al suelo.
“Nos dijo que el guardia entró hincado y desnudo y estuvo abusando de ella; tocándola. Además, le robaron los únicos 2.000 colones que traía encima”, denuncia la jefa del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), en Los Chiles, Marianela Soto Rodríguez.
El caso de esta joven, quien dejó Nicaragua huyendo de la miseria, ya fue presentado ante la Fiscalía Juvenil de Ciudad Quesada.
Es sólo un ejemplo del tipo de abuso al que se exponen los nuevos indocumentados nicaragüenses: jóvenes de entre los 13 y 17 años que viajan solos.
Desde marzo es que se advierte el ingreso de este nuevo tipo de inmigrante nicaragüense, según dicen funcionarios del PANI y sacerdotes de la Iglesia Católica que acaban de inaugurar un albergue para indocumentados.
“Todas son de 13 años en adelante, y está llegando un promedio de 15 por semana… Nada más se dejan venir a buscar a sus papás, a un familiar; se vienen porque no tienen qué comer”, dijo fray Idelfonso Mejía Flores, de la Casa del Migrante Nuestra Señora de Guadalupe, en Los Chiles.
Según el capitán Rolando Otoy Espinosa, del Comando de Los Chiles, en los últimos cinco días rechazaron a más de 170 ilegales. Sin embargo, tanto en este cantón como en Upala, no llevan un control de cuántos son menores.
De acuerdo con el ministro de Seguridad, Rogelio Ramos, a julio de este año han deportado a 48.000 nicaragüenses indocumentados, y no descartan que para finales de año la cifra llegue a los 75.000. No obstante, tampoco llevan un control de ingreso por sexo o edades.
Tomado de La Nación
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