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De noviazgos y pretendientes

Gretchen Robleto [email protected] Le empezaron a llover las promesas de amor a los nicaragüenses. Como es costumbre, nuestros pretendientes hacen alarde de sus mejores atributos y tratan de ocultar sus fealdades. Como novia enamorada nos dejamos endulzar el oído por sus promesas de honestidad y un mejor futuro bajo su gobierno, ya sea en la […]

Gretchen Robleto [email protected]

Le empezaron a llover las promesas de amor a los nicaragüenses. Como es costumbre, nuestros pretendientes hacen alarde de sus mejores atributos y tratan de ocultar sus fealdades.

Como novia enamorada nos dejamos endulzar el oído por sus promesas de honestidad y un mejor futuro bajo su gobierno, ya sea en la “Tierra prometida” o en el trato de que “Sí, se puede”.

En otros casos, para quienes tienden a recurrir a los hechos y no palabras, seremos como la esposa fiel que perdona más de una vez el engaño de aquél en quien depositó su confianza, y da una segunda o tercera oportunidad, dándole su voto y perdonando los errores del pasado reciente o uno más lejano.

La historia nos señala que el voto nicaragüense es más romántico que Armando Manzanero, porque tenemos tendencia a votar con el corazón y no con la cabeza, somos un ejército de votantes románticos.

Nos dejamos llevar por las pasiones y el sentimiento, como novios, cuando debería ser al contrario, basar nuestra decisión en el análisis de las propuestas y sopesarlas con lo demostrado hasta ahora, para no llevarnos sorpresas desagradables o hacernos los ofendidos una vez “casados” con el gobierno, pasada la etapa del enamoramiento, y convivamos con sus atributos y deficiencias.

Pero, ¿cómo culpar por ser romántico al desempleado que no le queda más que soñar con poder decir un día al gobierno que eligió: “Me enseñaste el amanecer de un lindo día y fui feliz con tu querer, un mundo lleno de amor y de alegría…”, como dice una canción de Roberto Carlos?

Una encuesta sobre “Equidad Social” del Instituto de Estudios Nicaragüenses (IEN) dada a conocer el mes pasado, revela el 63 por ciento de los encuestados opina que el principal problema del país lo constituyen el desempleo y la pobreza. El 44.5 demandaría la generación de empleo, y un 30.8 honestidad.

Esa es nuestra realidad, triste, pero real, y aunque sea más cómodo recurrir a la esperanza basada en que este próximo período de gobierno la situación del país mejorará, como las parejas que se pelean y se reconcilian prometiendo no volver a fallar, valoremos objetivamente a nuestros pretendientes a gobernantes.  

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