Juan Ramón Romero (EFE)
WASHINGTON.- Cirujanos del Hospital Judío de Louisville, en Kentucky, implantaron en julio el primer corazón artificial (Abiocor) totalmente autónomo en un paciente con una dolencia terminal cardíaca.
Investigadores del Proyecto del Genoma Humano han seguido avanzando en el campo de los SNIP, las variaciones de una única letra dentro de un gen que pueden encerrar la clave de numerosas enfermedades.
Las compañías farmacéuticas han desarrollado nuevos inhibidores de enzimas que, como la proteasa y la transcriptasa reversa, gobiernan el modo en que el virus del Sida infecta a las células del sistema inmune.
Otros estudios han supuesto un revés para los principios en que se asentaba la medicina preventiva, como el que a inicios de diciembre indicaba que las mamografías no logran disminuir las muertes por cáncer de mama o la pérdida del pecho (mastectomía), una vez detectada la enfermedad.
Pese a ello, las organizaciones que trabajan en favor de los enfermos de cáncer han insistido en la importancia de la detección temprana, especialmente en los casos del cáncer de colon y de próstata.
Los investigadores han intensificado sus esfuerzos en el nuevo frente en el que comienzan a librarse las batallas contra los virus.
Se trata de fármacos antivirales, diseñados como trampas genéticas y destinados a bloquear virus que actualmente no tienen enemigos entre los antibióticos.
Centenares de investigaciones se han centrado en campos tan complejos como la angiogénesis, que busca cortar el suministro de alimento a los tumores, la apóptosis, que estudia por qué algunas células crecen sin límite para formar tumores, o la proteómica, que analiza el importante papel de las proteínas.
Un año repleto de avances en los campos de la ciencia y de la salud que, junto a la promesa de nuevos tratamientos, nos sitúa ante la inquietante pregunta de si el ser humano podrá resistir todas las manipulaciones tecnológicas que se avecinan.