Mariana Vilnitzky/Especial para LA PRENSA
ARGENTINA.- Cuando hace apenas dos años el 50 por ciento de los argentinos votó por Fernando De la Rúa, esperaba un cambio. El partido con el que De la Rúa ganó las elecciones estaba formado por una alianza de partidos de centro izquierda (Alianza para el Progreso) que prometía cambiar las políticas impuestas por el anterior presidente.
Nada de esto sucedió. Al poco tiempo del mandato de De la Rúa, su vicepresidente, Carlos “Chacho” Álvarez, que era el símbolo de los ideales sociales, renunció. Hubo discusiones de base y lentamente comenzaron a renunciar todos los políticos que lo habían acompañado en las elecciones. La alianza entre el Frente Grande (un frente de partidos de izquierda) y la UCR se separó.
De la Rúa quedó solo. Las políticas económicas y sociales que aplicaba no concordaban con sus promesas. No había dinero en las calles, hubo más despidos y la gente no podía pagar sus deudas. Entre idas y vueltas de ministros, el que tenía dinero prefería pasarlo a dólares y llevar sus ahorros al extranjero.
EL INICIO DEL FIN
Domingo Cavallo, quien trabajó como ministro de Economía de Menem, fue llamado por De la Rúa, y éste se obsesionó con pagar la deuda externa para obtener más préstamos del FMI. Bajó los impuestos para que la gente tuviera más dinero en sus manos, pero prometió otro recorte de los gastos estatales.
Como la gente estaba sacando su dinero de la Argentina, Cavallo impuso una serie de medidas que terminaron de enojar a la clase media que se deterioraba.
Entre ellas, prohibió que las personas retiraran más de 250 pesos semanales y no más de 1,000 por mes (una persona de clase media en Argentina cobra y mantiene a su familia sin la posibilidad de lujos, con unos 1,500 a 2,000 pesos por cabeza de familia, suponiendo que trabajan padre y madre y tienen tres hijos menores).
Los bancos se llenaron de colas para que la gente abriera cuentas bancarias. Pero no daban abasto. El dinero se retrasaba y muchos ciudadanos no podían retirar ni siquiera los 250 prometidos.
Las últimas semanas fueron un caos que profundizó la recesión, a pesar de la llegada de la Navidad.
Cavallo y De la Rúa dejaron el poder casi al mismo tiempo. Cavallo se fue primero, escondido de la multitud que lo esperaba rabiosa en la puerta de su casa.
De la Rúa quedó solo. Dejó la Casa de Gobierno (la Casa Rosada), se fue en helicóptero unas horas después, exhausto por intentar sostener su poder a pesar del estallido social que ya no tenía freno.