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La huella de PAC

Guillermo Pérez Argüello [email protected] Nicaragua y el mundo literario hispano, así como la comunidad de hombres y mujeres de bien, en todo el mundo, está de luto por el sensible fallecimiento del ilustre ciudadano nicaraguense, Pablo Antonio Cuadra. Su insospechada influencia en mi accionar, desde niño, data de mis primeras visitas a la patria de […]

Guillermo Pérez Argüello [email protected]

Nicaragua y el mundo literario hispano, así como la comunidad de hombres y mujeres de bien, en todo el mundo, está de luto por el sensible fallecimiento del ilustre ciudadano nicaraguense, Pablo Antonio Cuadra.

Su insospechada influencia en mi accionar, desde niño, data de mis primeras visitas a la patria de mi madre, a inicios y mediados de la década del 60. Ya en esas épocas, los elogios que de él hacían, ya sea como gran poeta, literato, o como miembro, y luego Presidente del capítulo nicaragüense de la Real Academia de la Lengua, tanto mi bisabuela Doña Angélica Balladares de Argüello como su amado esposo, Don Guillermo Argüello Vargas, influyeron en guiar mi entonces joven espíritu hacia las letras, la literatura y, lo que es aún más importante, a la búsqueda de ideales que reflejaran, en su entera medida, el sentimiento humanista que es la quintaesencia de la vida, obra y legado que todo hombre o mujer de bien y que nos deja, a manos llenas, Don Pablo Antonio.

Debido a mis múltiples viajes, ya sea en la vida diplomática con mis padres, o en la mía propia, nunca le conocí personalmente, pero su pensamiento, obra literaria y en ciertas ocasiones, sus breves odas a personajes, como aquellas que plasmó en el libro de recuerdos sobre mi bisabuela Angélica, la que en su tiempo fue llamada Primera Dama del Liberalismo, forman parte de mi ser.

En esta ocasión deseo compartir dicho homenaje con la sociedad nicaraguense, a manera de modesto recordatorio de la afinidad, e identidad de idiosincrasia que existen, entre los hombres y mujeres de bien, al margen de los favoritismos políticos, o los idearios de partidos.

Y dijo Don Pablo Antonio sobre mi bisabuela:

“De quien actúa con delicadeza —y la delicadeza es uno de los nombres del amor— se dice que tiene manos de ángel.

Doña Angélica tiene algo más, tiene nombre de ángel y su vida ha sido —en delicadeza y generosidad— cumplir su nombre. Esto lo oí de la boca de un pobre, y es hermoso dar testimonio de ello”

Palabras tan sabias y delicadas, como lo son el conjunto de su vida y obra, Don Pablo Antonio. Gracias, y descanse usted en paz.  

Cartas al Director

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