14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Gustavo Fernández hurga en la basura para hallar algo de valor que llevar, mientras, su hijo lo espera. Fernández tenía dos años de desempleo en julio pasado, cuando fue tomada la foto. Argentina está sumida en la pobreza y su futuro económico es altamente incierto. ¿Qué pasó con este país, antes señalado como un ejemplo?.

La Argentina devaluada

Cinco presidentes en sólo dos semanas es un verdadero récord para cualquier país del mundo. En ese contexto, plagado de furia e insatisfacción, el nuevo presidente Eduardo Duhalde traza los destinos económicos de una Argentina que amenaza con cruzar el umbral hacia la anarquía Norma Domínguez(*)Especial para LA PRENSA BUENOS AIRES.— Con las instituciones devastadas […]

  • Cinco presidentes en sólo dos semanas es un verdadero récord para cualquier país del mundo. En ese contexto, plagado de furia e insatisfacción, el nuevo presidente Eduardo Duhalde traza los destinos económicos de una Argentina que amenaza con cruzar el umbral hacia la anarquía

Norma Domínguez(*)Especial para LA PRENSA

BUENOS AIRES.— Con las instituciones devastadas por el descrédito, un default (cesación de pagos) declarado el 23 de diciembre sobre una deuda pública que supera los 130 mil millones de dólares, y una sociedad que estalla desde las “cacerolas” hasta la más explícita violencia, el país del tango acaba de abandonar la ya insostenible Ley de Convertibilidad (el currency board argentino, con paridad de 1 peso = 1 dólar estadounidense) que durante una década malacostumbró a sus ciudadanos a vivir con “estabilidad”, y el flamante gobierno anunció la tan temida y esperada devaluación de su moneda en un inicial 40%.

El esquema de la crisis es muy complejo: desde 1998 la otrora tercera economía latinoamericana se encuentra en recesión y sin señal alguna de reactivación. La Administración de De la Rúa intentó sostener el modelo heredado del gobierno de Carlos Menem con sucesivos manotazos de ahogado, como el “blindaje” —un salvataje financiero obtenido del FMI por más de 40 mil millones de dólares para garantizar el cumplimiento de los compromisos de deuda, en la primera mitad del 2001, cuando el mundo aún temía un “efecto tango” que arrastraría a todos los emergentes—, y el “megacanje” unos meses más tarde —enmienda del anterior, que implicaba canjear títulos para posponer sus cancelaciones, en algunos casos por hasta treinta años— al llegar la primavera sin crédito externo por las altas primas de riesgo con que los mercados internacionales calificaban a la Argentina, el imaginativo ministro Domingo Cavallo se vio obligado al último recurso para salvar al Estado del colapso financiero: la estricta ley de “Déficit Cero”, que imponía a la administración pública la necesidad de cerrar sus cuentas sólo con los ingresos tributarios del Estado (datos recientes indican que la recaudación tributaria cayó un 33% en diciembre de 2001).

Frente a este panorama, el 30 de noviembre salieron del sistema bancario —rumbo a Uruguay, los Estados Unidos o las cajas de seguridad de los ahorristas— alrededor de 4 mil millones de dólares, y para detener la corrida bancaria que amenazaba con llevar a la quiebra a la mayor parte de los bancos que operan en el país, la emergencia obligó al entonces dúo gobernante De la Rúa-Cavallo a tomar la impopular medida de la bancarización forzada de la economía, inmovilizando los depósitos bancarios, prohibiendo las transferencias al exterior, imponiendo el uso de cheques y tarjetas de crédito a la totalidad de la población —cuando en Argentina, como en toda Latinoamérica, existe una vasta economía informal que no está preparada para ello— y limitando el retiro de efectivo de los bancos a 250 dólares por semana, los ahorros quedaron enjaulados, sin posibilidad de cambiar demasiado este esquema, al menos en el mediano plazo.

Hasta ahora se sabe que el titular de Economía viajará en breve a presentar el nuevo Plan ante el FMI y a solicitar otros 15,000 millones de dólares para sostener una batería de flamantes medidas económicas, como la emisión de moneda; dólar oficial y paralelo; inflación ¿controlada?; pesificación 1 a 1 de tarifas y deudas varias, incluidas las de las tarjetas de crédito; renegociación de contratos; regulaciones sobre determinados servicios; retenciones a exportaciones; devolución dosificada —según el monto— de los ahorros en la moneda en que fueron depositados, y control de cambios.

Por otro lado, se estima que habrá una fuerte caída del salario real durante 2002, la pobreza podría incrementarse notablemente en los próximos meses y también aumentaría la desocupación que ya supera el 20%. También se prevé que se agudicen los conflictos con las firmas extranjeras —principalmente las españolas— debido a la decisión de eliminar la dolarización de las tarifas, prohibir su indexación y gravar con un impuesto extraordinario a las empresas petroleras.

Así las cosas, el gobierno inicia este nuevo capítulo con dos lecciones a capitalizar: el descuido social tiene un alto costo y el desequilibrio fiscal estructural resiente letalmente la credibilidad interna y externa de cualquier país globalizado. Un aprendizaje forzoso.

PSEUDOPOPULISMO Y EL RETORNO DE UNA PESADILLA

Ahora bien, ¿qué le espera a la Argentina devaluada, con el nuevo modelo duhaldista? Nuevamente las perspectivas no son buenas.

Los problemas que enfrenta el país abarcan todos los órdenes: financiero, cambiario, productivo, salarial y de empleo. Para quienes tienen el privilegio de la buena memoria y recuerdan todavía la época de la “hiperinflación” que en julio de 1989 tenía un índice anual que superaba el 5,000%, la nueva realidad es una vuelta al traumático pasado.

Es el retorno al desabastecimiento de productos básicos, importados y medicamentos, la resurrección de la maquinita remarcadora de precios en los locales de venta al público, y el rebrote de los llamados “arbolitos” (otra vocablo argentino para denominar a los especuladores que se paraban en las esquinas a comerciar dólares al mejor postor con interesantes utilidades).

El nuevo modelo que llevará adelante el presidente Duhalde de la mano de su ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, es un cúmulo de medidas de rescate y emergencia que se aprestan a terminar con el ¿neoliberalismo? de una década, para pasar a un “pseudo-populismo” que propone a los funcionarios del Ejecutivo que dejen de percibir sus salarios por un tiempo, a modo de otorgar un ejemplo de “austeridad”.

LA BATALLA DE TODOS LOS DÍAS

Mientras, los bancos oscilan entre los feriados cambiarios y las amenazas de quiebra; las cadenas de pagos continúan rotas, las tarjetas de crédito suspendidas, la excursión a recorrer cajeros automáticos en busca de efectivo se ha tornado cotidiana, y el ajuste se volvió obligatorio para una sociedad que —acostumbrada a rendir culto al consumo— no termina de comprender las nuevas reglas del juego, el dólar libre se comienza a cotizar entre 1.50 y 1.60 y los ahorros permanecen enjaulados.

(*) Norma Domínguez es periodista argentina, especializada en temas políticos y de opinión pública. Ha colaborado con varios medios de prensa en su país, desempeñándose actualmente como Editor en Jefe del Observatorio Electoral Latinoamericano, y como Coordinadora de Contenidos de portal informativo NuevaMayoria.com. Docente universitaria, es graduada en periodismo y tiene un Master en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de Quilmes, Argentina.  

Internacionales

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí