Leonel A. Marín McEwan
El principio que dirige a la democracia es el de la ciudadanía. Este principio le impone obligaciones a los gobernados, es decir, que respeten la legitimidad de las escogencias y le da derechos a los gobernantes a que actúen con autoridad para que promuevan la eficacia de dichas escogencias y para que protejan a la política de amenazas a su persistencia.
Una amenaza clara y latente actualmente es el asunto de la reelección. La reelección continúa y alterna ha hecho mucho daño a este país. Se debe promulgar una ley en contra de reelegir Presidente de la República, diputados y presidentes de otros poderes del Estado.
Hay que darle oportunidad a ciudadanos probos, honestos e intachables. Los partidos políticos necesitan “nuevas caras” para una nueva apertura democrática de éstos; evitando así el caudillismo y servilismo.
Nicaragua no puede darse el lujo de pretensiones reeleccionistas por ex-presidentes enfermos de poder y lujuria, lo que más bien retrocedería el proceso democrático iniciado en el 90.