Nervioso, pero decidido a jugarse el todo por el todo, Jaime Camil entró a las imponentes oficinas de su padre, un adinerado empresario mexicano, y con un aire dramático le dijo que tenía que hablar con él sobre un tema muy serio. “Me quiero dedicar a cantar”, le dijo Camil a su progenitor, para quien trabajaba en ese entonces en una de sus empresas de tratamiento de desperdicios médicos en Ciudad de México.
“Y él me dice: ‘Ah, ¿es eso? Qué estúpido eres. ¡Cómo me tenías!’ Él pensó que yo le iba a decir que mi novia estaba embarazada”, ríe ahora Camil, recordando ese día hace unos años. “Y bueno, yo le dije: ‘Quiero que me apoyes, que me des tu cariño… y él me dijo ‘adelante’. Y entonces así más o menos es como [me] inicio en el rollo éste”.
Con la aprobación en casa, Camil, de 28 años, ahora se propone a encontrarla en la calle y a un nivel mayor con “Una vez más”, su segundo disco de románticas baladas y números bailables escrito y producido por Kike Santander y Marco Flores.
“Él tiene su propio sonido, tiene su propia forma de cantar y eso para mí es lo más difícil de lograr”, dice Santander. “Tiene una voz agradable, muy linda, con un carácter que lo hace único. Y fuera de eso tiene todo lo demás, tiene un aspecto físico muy atractivo”.
Ahora más que nunca, lo que Camil quiere destacar es su voz, formada por años de entrenamiento musical ante un público que en el pasado quizás lo haya visto más como actor y conductor de radio y televisión que como cantante. “Para mí, la actuación fue como un feliz accidente del destino”, dice Camil, quien debutó en la pantalla chica el año pasado junto a Lucero en “Mi destino eres tú”.
“Yo no soy actor, soy cantante”, enfatiza. “Yo ya tenía un disco antes [de la novela]”.
Camil decidió incorporarse a la telenovela pues le gustan los retos, dice, y porque en la serie se oiría un tema de su CD “Para estar contigo”.
“La novela se vio en 130 países; era una oportunidad que no podía desaprovechar”, dice Camil, sentado en la simple y elegante sala de su amplio apartamento a unos pasos de la playa de Miami Beach. “Pero lo mío, mi alma, es cantar”.
Siguiendo esa línea, Camil optó en mayo por mudarse de México a Miami, una de las plazas más cotizadas de la música latina en Estados Unidos, para así echarle todas sus ganas a su carrera musical.
“[En] México estaba muy estancada mi carrera”, admite Camil. “Quizás [fue] porque no estaba siguiendo mi cariño, quizás porque la gente en México se confunde mucho de la situación de mi padre y la mía. Creen [que] porque él sea un exitoso hombre de negocios yo también soy, ¿no? Como que se me pasa por osmosis, y no, no se pasa por osmosis. Hay que trabajar”.
El trabajo es algo que Camil no ha esquivado, asegura su amigo el actor Juan Soler, quien lo conoce desde sus días pre-actorales. “Yo no tuve la fortuna como Jaime de nacer en cuna de oro, pero pude hacer ‘clic’ con él inmediatamente porque su vida no la rige la posición social o económica de su familia. Es un hombre que tiene muy consciente que… su futuro depende de él y de nadie más”, dice Soler. “Como él dice: ‘El dinero de mi padre es de mi padre. Yo voy a hacer mi dinero y mi carrera por mi cuenta’”.
El único hijo de Jaime Camil y Cecilia Saldanha da Gama, una cantante y pintora brasileña, Camil, sin duda creció en un ambiente privilegiado, aunque no exento de dificultades. Sus padres se divorciaron cuando tenía 5 años y éste pasaba parte del año en México, parte en Brasil. A los 12 años se fue a vivir con su padre, quien se había casado nuevamente y por el cual Camil tiene tres hermanastras y dos medio hermanos.
Su niñez fue feliz, asegura Camil. Siempre deportista, “era muy amiguero”, apunta. Entre sus mejores amigos cuenta con el cantante Luis Miguel, con quien compartió más de un momento de terror gracias a las bromas de su padre.
“Mi papá es un enfermo mental”, ríe Camil. “Nos hacía ver películas de miedo, Viernes 13 y todo el rollo, y luego nos hacía ir a acampar al bosque. Compraba máscaras de horror y ponía a los vigilantes de la casa con la manguera para que pareciera que estaba lloviendo, los coches al fondo de las tiendas de campaña para que se vieran las luces de miedo… luego pasaba asustándonos. Obviamente nos traumó. Yo una vez quedé tartamudeando y Micky [Luis Miguel] llorando y sin hablar”.
Su adolescencia fue un remolino de estudios (“Era muy hiperactivo. Reprobaba, pero por flojera, por desidia, no por tonto”), viajes (en Francia aprovechó el descuido de la vigilancia para probar con Luis Miguel cómo se sentía acostarse en una cama de Napoleón y en Inglaterra celebró sus 15 años con un Rolls-Royce y la suite de un hotel a su disposición), así como roces con personajes como el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo, la madre Teresa de Calcuta, la animadora Oprah Winfrey y el actor Kevin Costner, amigos o conocidos de su familia.
Su primera incursión en los medios la hizo a los 17 años cuando comenzó a trabajar en una estación de radio por la televisión, donde realizó dos programas de entrevistas. Aprovechando ese tiempo, Camil también continuó sus estudios de canto, así como los de administración de empresas en la Universidad Anáhuac en México. La telenovela y el enfrentamiento en las oficinas de su padre llegarían después.
La conexión que Camil tiene con su padre es una de las más importantes de su vida. “Jaime es mi mejor amigo”, dice su padre. “Es una persona muy disciplinada. Le tengo una gran admiración porque es ordenado, ambicioso en el buen sentido de la palabra, muy generoso, con unos muy bonitos sentimientos. La gente lo quiere”. Particularmente las que corresponden al género femenino.
Aunque Camil declina hablar sobre los romances que según se han comentado, ha sostenido, entre otras, con la cantante Thalía, la ex Miss Universo y actriz Alicia Machado y la modelo Sofía Vergara, su madre asegura que Camil es un hombre que ha sabido tratar bien a las mujeres.
“Tiene fama de don Juan y conquistador, pero es muy fiel”, asegura Saldanha da Gama. “Si está con una mujer, está con esa mujer. Tiene carácter, es recto, es correcto”.
Tanto es así que aún cuando terminan sus relaciones, por las razones que sean, éstas lo siguen queriendo y “yo soy la que me quedo con 20 ex nueras que me llaman a ver cómo estoy”, apunta Saldanha da Gama.
Seguido por fotógrafos en Miami que lo han captado paseando en bicicleta o en moto con Vergara, Camil dice no darles mucha importancia. “Los artistas somos tan públicos que el 95 por ciento de nuestra vida es pública”, dice Camil, explicando por qué protege su intimidad como una leona a sus cachorros y por qué no habla de su vida privada.
“Creo que ese pequeño 5 por ciento que nos queda… tiene que ser nuestro y de verdad nuestro”.
Cuando no está grabando o siendo fotografiado, Camil practica deportes extremos. Otrora subcampeón nacional de karate, Camil se empaña de adrenalina practicando paracaidismo, esquí acuático, motocross, buceo y kitesurfing. “Tengo como 500 saltos en paracaídas”, dice. Para relajarse, el actor, que no bebe ni fuma, se mete al Internet o a ver su página, jaimecamil.com. “Hasta su tiempo libre es para trabajar”, dice su madre. “Él dice que duerme, pero no, es mentira”.
Dormir lo hará en otra vida. En ésta le queda mucho por hacer. “Jaime va a llegar hasta donde quiera”, dice Soler. “Los límites no fueron hechos para él”. Por ahora, le espera la promoción del disco, giras y en un futuro cercano, quizás hasta rodar una película independiente en Italia. “No sé si estaré aquí mañana”, dice Camil. “Pero si sigo desarrollando el presente como lo estoy desarrollando, parece indicar que el futuro va a ser muy lindo”.