Héctor Molina
Quiero referirme al caso “Juez revoca sentencia del director del INACH” (domingo 17 de febrero). Hace un año mi esposa fue operada de un tumor cerebral, y hace unos 8 meses fue sometida a radioterapia para aumentar la posibilidad de que éste no vuelva a crecer. Esto le salvó la vida, sin embargo, las secuelas físicas y psicológicas son de cuidados permanentes.
Esto no es un supuesto, es una realidad. No es demostrable, es evidente. Es falso que en el INACH se realicen actividades “normales”, ya que no se trata de lo que se hace, sino cómo se hace.
Es una tortura tener que soportar ruidos de alta frecuencia por horas y horas casi diario. Los daños sicosomáticos y de la conducta están a la orden del día. Evidentemente todos estamos enfermos de insomnio, gastritis, angustia etc., y mucha, mucha frustración.
El fallo no está ajustado a derecho y hace caso omiso del peritaje psicológico médico legal, justificando y dando patente de corzo a aquéllos que practican la “Ley de la selva”.