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Lilliam Álvarez corta los chayotes frescos en plena temporada de verano, cuando los precios se disparan en el mercado debido a la escasez del producto. Gracias a un microsistema de riego e inversión en infraestructura agrícola financiado por un organismo.

“La reina del chayote” en La Concepción

Gracias al uso de sistemas de microriego la producción en verano no perece, logrando buena colocación en el mercado Inversión se aproxima a los mil dólares, facilitados por el Programa de Agricultura Sostenible (PAS) Sergio CruzEspecial para LA [email protected] Doña Lilliam Álvarez González tiene fama en La Concepción, Masaya, de tener una fértil huerta de […]

  • Gracias al uso de sistemas de microriego la producción en verano no perece, logrando buena colocación en el mercado
  • Inversión se aproxima a los mil dólares, facilitados por el Programa de Agricultura Sostenible (PAS)

Sergio CruzEspecial para LA [email protected]

Doña Lilliam Álvarez González tiene fama en La Concepción, Masaya, de tener una fértil huerta de chayotes en plena temporada de verano. Mientras sus vecinos arrancan los últimos frutos marchitos a la chayotera, ella se prepara para cortar unas frutas frescas que le permitirá un margen desahogado de negociación con los intermediarios.

En tan sólo media manzana de tierra, ella y sus nueve hijos han instalado un sistema artesanal de riego por goteo, con recursos suministrados por el Programa de Agricultura Sostenible (PAS) de Visión Mundial Nicaragua. Todo esto ha resultado como un proyecto piloto que pretende analizar sus efectos en el incremento de la producción.

Doña Lilliam vive en una zona que posee las mejores tierras del país. Sin embargo, los pequeños productores no tienen los mejores rendimientos en la producción. La gran mayoría sólo produce hortalizas durante la época lluviosa, el resto del año las tierras son sub utilizadas por falta de microsistemas de riego.

En media manzana de tierra se invirtieron un poco menos de mil dólares para un microsistema de riego por goteo y la infraestructura de la enramada, con esta inversión se espera obtener seis cortes de chayote al año, contra dos que se realizaban en la época lluviosa, es decir sin el sistema de riego.

“En el verano el chayote sube de precio porque la producción baja mucho. Ahora yo puedo ir a vender el producto a los mejores lugares y pedir un buen precio”, explicó doña Lilliam mientras cargaba en brazos a su última hija de apenas seis meses de edad.

Todos sus hijos participan en la agricultura. Pedro es el mayor de sus hijos. Estudia Contabilidad y Finanzas en una Universidad de la capital gracias a una beca que le otorgó el PAS. Él se encarga de registrar los rendimientos productivos a partir del sistema de riego por goteo.

“En esta última cosecha esperamos cortar unas 1,100 frutas que pensamos vender en el mercado a 50 centavos de córdoba, con lo que llegaríamos a obtener unos 550 córdobas que podría significar unos 300 dólares. Ésa es una buena ganancia”, explicó Pedro.

Pero además del chayote producen otras hortalizas en el pequeño espacio de media manzana. Los frijoles de vaina tienen buena demanda en los mercados. También produce granadilla.

“Hay mucha pobreza aquí en la comunidad. La gente quiere producir más y vender mejor su producción. Esta experiencia la voy a multiplicar, ya vamos a aprender nuevos métodos y nuevos cultivos para mejorar nuestra situación”, dijo entusiasmada doña Lilliam con su pequeña en brazos bajo la fresca sombra de la enramada de chayotes.  

Economía

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