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Haydée Palacios: “Nací bailando”

Durante 36 años ha sido parte del ambiente artístico. La directora del Ballet folclórico “Ruth Palacios” comparte sus vivencias en la danza y en esta entrevista cuestiona a la nueva generación de instructores Nacida en Masaya y de una familia de ocho hermanos donde ella es gemela con su hermano Dagoberto, doña Haydée Palacios dice […]

  • Durante 36 años ha sido parte del ambiente artístico. La directora del Ballet folclórico “Ruth Palacios” comparte sus vivencias en la danza y en esta entrevista cuestiona a la nueva generación de instructores

Nacida en Masaya y de una familia de ocho hermanos donde ella es gemela con su hermano Dagoberto, doña Haydée Palacios dice que nació bailando, “porque hasta de pie vine”.

¿Cómo es eso que nació bailando?

“En principio lo que yo soy hasta la fecha en el arte se lo debo a mi madre, yo nací artista porque la inquietud del baile en mí es desde niña, yo salía en los bailes de huipil de Masaya y en los bailes de disfraces desde la edad de los tres años”.

¿En qué año comenzó a enseñar danza?

“Cuando yo me gradúo de maestra normalista, me vengo a vivir a Managua en el año de 1966 y yo comienzo mi labor cultural dentro del sistema educativo que era donde yo trabajaba que daba primer grado, en la Escuela Rubén Darío de la vieja Managua y mi idea jamás claudicó de introducir dentro del sistema educativo la enseñanza de las danzas folclóricas”.

Usted a la par que daba clases también bailaba…

“Las dos cosas, siempre participaba en los grupos de baile de Masaya”.

¿Quería hacer una carrera de bailarina profesional?

“La carrera de bailarina profesional no me llamaba la atención, a mí me llamaba la atención la docencia, enseñar a bailar a los niños, enseñar al niño, al adolescente, al adulto, a los sordos, yo dirigí el primer grupo de sordos de Nicaragua en los años 80 y este grupo viajó mucho a Centroamérica”.

¿Cómo ha sido la experiencia en la enseñanza?

“La carrera ha sido larga, ardua, muchas veces desesperada porque yo recuerdo que llevábamos a los alumnos a la fuerza a aprender el folclor, se burlaban, no había todavía la conciencia de saber el valor que tiene el aprendizaje de la cultura nacional. Yo trabajé casi veinte años en el Ramírez Goyena, allí recibí reconocimientos por mi trabajo”.

¿Cómo ve a los nuevos grupos que bailan folclor?

“En la actualidad yo estoy un poco decepcionada y afligida porque la nueva generación de instructores de danza en los colegios tiene una anarquía total en los montajes folclóricos.

“No hay respeto, han cambiado el vestuario, los pasos, bailan como cosacos, como mexicanos… se arreglan como mexicanos, como venezolanos. Nosotros no somos quién para destruir lo que todavía está vivo de nuestro folclor”.

¿Qué reconocimientos ha recibido?

“Yo tengo 36 años consecutivos en este medio, a mí me dicen ‘estás llena de papeles y no de dinero’, pero esos papeles para mí es hacer historia en Nicaragua, es no pasar inadvertida.

“Desde la época de oro en los años 70, recibí la orden cultural Rubén Darío, la excelencia artística; de Joyería Garzón recibí la excelencia en oro; el Condado de Dade en Miami a mí me dio las Llaves de la Ciudad por mi trabajo artístico fuera del país, todos estos reconocimientos han sido la felicidad para mí”.

¿Cómo le gustaría que la recordaran?

“Me gustaría que me recordaran como aquella maestra preocupada eternamente por la enseñanza del folclor y aquella madre de los alumnos preocupada por la identidad nacional, preocupada porque Nicaragua a través de la enseñanza de la cultura vaya haciendo del joven una persona consciente que sepa de dónde vino y cuál es su historia”.

¿Hay algo que usted no volvería a hacer?

“Yo creo que no me volvería a casar, me limitó mucho en mi carrera, yo amo al arte”.  

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