Marlon José Navarrete Espinoza
Por petición del anciano sacerdote Mariano Dubón, el general José Santos Zelaya autorizó en 1903 la llegada de los hermanos de las Escuelas Cristianas o hermanos de La Salle, pero sólo para hacerse cargo del Hospicio San Juan de Dios, ya que Zelaya era anticlerical y hostigaba a la Iglesia Católica como un enemigo. Fue hasta diez años después, en 1913, que fundaron el Instituto Pedagógico de Varones en el que pudieron ejercer su ministerio educativo.
Siguiendo el legado y ejemplo del santo fundador, Juan Bautista de La Salle, los Hermanos han hecho realidad por 100 años en Nicaragua el mandato divino de la Obra de Misericordia, que es “enseñar al que no sabe”. Así, muchas personalidades de la vida nacional han pasado por sus aulas, incluso presidentes como Anastasio Somoza Debayle, Daniel Ortega y Arnoldo Alemán.
Sembrando la semilla de cristiano en la mente y corazón de las personas han mostrado el camino, siendo constantes y firmes. Ellos le han enseñado a Dios a todo el que estudia en su colegio. Aunque un bachiller diga adiós, se va con el sello lasallista impregnado y grabado en su humanidad. Gracias a su entrega y sacrificio la educación tiene el rostro de Cristo en niños y jóvenes, para ser luz en la oscuridad.
Mi aprecio y gratitud a los hermanos Juan Antón, Javier Miranda Sedano, Benito Díaz López y tantos otros maestros nobles que han dado testimonio de La Salle.
Ex alumno lasallista