TitoLagos-Bassett
No es la primera vez que escribo sobre Jesús, el personaje que a excepción de mi padre más ha influido en mi vida. Jesús es mi personaje inolvidable y cuando escribo algo sobre Él meto a mi conciencia en problemas y pongo en aprietos a la conciencia de los demás.
Los que tenemos la dicha de creer en el Mesías sabemos que su nacimiento fue crucial para nuestra redención. Pero lo más trascendente fue que, teniendo como hijo de Dios la oportunidad de seleccionar su cuna, escogió precisamente una historia que jamás ningún mortal había escogido y que hasta el día de hoy no creo que haya alguien que la escoja para su hijo. Jesús escogió ser pobre, pudiendo ser rico. Escogió ser un necesitado, pudiendo se potentado, escogió ser odiado, pudiendo obligar ser amado, escogió ser perseguido, en lugar de ser seguido.
Y uno que pretende ser cristiano, ¿por qué obra tan diferente del que pretende seguir? Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Perdón Señor, perdón. Mi vida será cualquier cosa, menos una vida cristiana, porque de serlo estaría luchando por los pobres, necesitados, odiados, perseguidos, rechazados, humillados, despojados, exiliados, inmigrantes y carentes de afecto. Perdón Señor, perdón.
¡Qué bueno que nuestra redención no depende de nuestros buenos actos, pues estaría liquidado! ¡Qué bueno que mi rescate del mal es una gracia que viene de ti y que has destinado tu vida para hacerme gozar la mía!
Bendita sea la Navidad. Dios nos bendiga a todos.