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Elecciones municipales: ¿una nueva piñata?

Pedro J. Chamorro B.*

Independientemente de a qué sectores se pretenda destinar o repartir el presupuesto asignado a las elecciones municipales, no se debe permitir que con esa excusa se dé una nueva y alegre piñata, por lo demás antidemocrática e inconstitucional.

Con la llegada de los vientos alisios de enero soplan de nuevo los aires de quienes pretenden dar este zarpazo. Como no pudieron por las buenas, porque no están los votos en la Asamblea Nacional para impulsar una reforma constitucional, pretenden ahora lograrlo por las malas, arremetiendo fuerte contra un Gobierno sin partido, en los momentos en que el país está a las puertas de alcanzar el punto de culminación de la famosa HIPC.

Podrán ustedes suponer que es lógico y natural que un precandidato que va arriba en todas las encuestas y que tiene cuatro meses de andar en campaña se pronuncie para que hayan elecciones, como es lógico también que aquellos precandidatos perdedores se queden con la boca callada y hasta aplaudan –en la intimidad de su conciencia– la postergación de las elecciones, porque ello los exime de una impostergable derrota.

Pero hay otras razones de fondo por las que no solamente el que suscribe, sino todos los ciudadanos que hemos dado la dura batalla por la democracia desde los años 80, debemos oponernos a que las elecciones municipales se unan con las presidenciales.

En primer lugar, los actuales alcaldes fueron electos por un período de cuatro años y cualquier extensión del mismo es inconstitucional, solamente el pueblo por medio de una nueva consulta popular puede validar la extensión de dicho período.

Es absurdo estar cambiando a cada rato la Constitución Política de la República para acomodarla a las necesidades coyunturales de la ley anual de presupuesto, amén de que las reglas de juego democrático no se deben cambiar a medio camino. La democracia tiene su costo y hay que pagarlo. Muchos vicealcaldes renunciaron a sus cargos bajo la certeza constitucional de que habría elecciones municipales y ahora están abocados a una campaña interna con el objetivo de ganar la nominación de su partido.

Al unir las elecciones municipales con las presidenciales el país estaría retrocediendo democráticamente, porque se pierde la capacidad de la población de elegir en forma directa a sus autoridades locales y se impone el llamado “voto cascada”. El intento de unir las elecciones de parte del Frente Sandinista es también incongruente con su predicado de que la democracia vuelva al pueblo, a través de asambleas municipales de la “democracia parlamentaria”. ¿Entonces, por qué tanto afán?

El verdadero motivo es que los sandinistas tienen temor de perder las elecciones municipales en cabeceras departamentales claves y en la propia Managua. Sus temores son bien fundados en los resultados de las últimas encuestas serias dadas a conocer en diciembre y en sus propias encuestas internas.

Ellos están apostando a unirlas, porque piensan que el voto cascada en una elección presidencial les favorece ya que ellos tienen un porcentaje mayor de voto cautivo que los liberales, y así se llevan las presidenciales y las municipales de un solo. Además, al repartir el dinero de las elecciones les traería mayores simpatías entre amplios sectores de la población beneficiados. Es decir, matan dos pájaros de un tiro.

Pero aún en el caso hipotético de que los sandinistas barrieran en el 2004 en las elecciones municipales, tampoco les conviene ganar, porque entonces los sectores democráticos se unirían nuevamente antes del 2006, para hacer un frente común en las presidenciales.

El presidente Bolaños no debe ceder, él juró respetar la Constitución, como también el general Javier Carrión, y mientras la Constitución no sea modificada, las elecciones municipales se deben realizar con el presupuesto asignado para las mismas; y si fuese necesario mas presupuesto Bolaños debe recurrir –con toda su credibilidad– a la comunidad internacional para que apoye, una vez más, el fortalecimiento de nuestra democracia.

Si se permite que se anulen de hecho las elecciones municipales, digamos que por falta de fondos, o porque éstos ya “se repartieron” en una nueva piñata, no sería remoto el día que progrese la moción de anular las elecciones presidenciales de una sola vez, “para repartir este dinero a los pobres”. Al fin de cuentas, la dictadura es mucho más económica que la democracia.

* El autor es precandidato a alcalde de Managua por el PLC.

Editorial
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