- Asiáticos viven temerosos de
un rebrote de la misteriosa enfermedad
Ana CabasaEFE
SINGAPUR.- El Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS) puso en jaque este año a los “tigres asiáticos”, especialmente a Hong Kong, Singapur y Taiwan, cuyas economías aún se recuperan mientras la población vive con angustia la posibilidad de que surja un nuevo brote.
Imágenes de cientos de ciudadanos con máscaras y de personal médico armado de termómetros, así como de aeropuertos, calles y centros comerciales desiertos en estos tradicionalmente bulliciosos territorios pasarán, sin duda, a la historia.
Atrás queda la acérrima lucha contra esta misteriosa dolencia que surgió en noviembre de 2002 en la provincia china de Cantón y que, al extenderse a otros países, se convirtió en la primera afección global de este siglo.
La alarma internacional saltó en marzo, con la muerte de un empresario norteamericano en un hospital de Hong Kong, después de viajar a China y Vietnam.
Personal médico vietnamita y honkonguense contrajeron la neumonía atípica, alertando al resto del mundo de una pandemia que infectaría en pocos meses a unas 8,500 personas en todo el planeta, de las que más de 800 perecieron.
Después de China, Hong Kong fue el territorio más afectado por el SARS; y el rápido incremento de pacientes y decesos sembró el pánico entre los habitantes de la ex colonia británica, que se ganó el apelativo de la “ciudad enmascarada”.
El Ejecutivo de Tung Cheehwa, al que se acusó de no actuar con rapidez inicialmente, declaró edificios enteros en cuarentena, a la vez que llamaba a la población a participar en campañas masivas de limpieza.
Tras meses de temor e incertidumbres, la OMS declaró el 23 de junio que la epidemia estaba controlada, pero el SARS dejó una estela de 1,755 infectados y 298 muertos en el Sudeste Asiático, además de propinar un derechazo a la economía, cuyo sector turístico cayó en un 70 por ciento.
Aunque el número de infecciones y muertes (328 y 33, respectivamente) fue menor en la higiénica Singapur, los efectos del mal fueron igualmente demoledores.
Esta ajetreada nación enmudeció por unos meses; millares de singapurenses fueron puestos en cuarentena, se cerraron escuelas y mercados, y las atracciones turísticas y aviones de este país quedaron desiertos.
Gracias a las duras medidas preventivas impuestas por el Gobierno de Goh Chok Tong, Singapur quedó libre del virus el 31 de mayo y se ganó el reconocimiento de la OMS, que calificó de ejemplares los esfuerzos de este país.
CRÍTICAS A TAIWAN
Críticas por la mala organización gubernamental sacudieron, en cambio, a Taiwan, un territorio que creía haber escapado al azote de esta pandemia, pero que sufrió a finales de abril un rebrote tardío.
El SARS obligó a este emporio cibernético e industrial a cancelar ferias internacionales, cerraron las aulas a 10,000 estudiantes y el sistema sanitario sufrió dimisiones masivas de enfermeras y médicos.
El presidente, Chen Shui-bian, declaró la epidemia un asunto de seguridad nacional y el Gobierno se afanó para contener el virus, que pasó rápidamente de los hospitales de la capital, Taipei, al resto de la isla.
El SARS infectó a 678 personas, de las que 84 murieron, en la antigua Formosa, el último enclave declarado libre del virus por la OMS, el día 5 de julio.
A pesar de tratarse de un caso aislado, esta infección hizo resonar con más fuerza la advertencia de la OMS de que el virus volvería coincidiendo con el invierno en el hemisferio norte.