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Angustias del pequeño productor

Carlos René Ramí[email protected]

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, basado en una encuesta que sus técnicos hicieron a principio de los años setenta, el pequeño agricultor nicaragüense haciendo uso del crédito rural durante al menos siete años había aumentado sus ingresos en un 180 por ciento y su capital en 130 por ciento. Desde un ángulo socioeconómico había mejorado su situación. Posteriormente la fuente de financiamiento del pequeño productor la cerró el Gobierno sandinista en marzo de 1988, y desde esa época el campesino no tuvo apoyo para sus necesidades y ninguno de los dos gobiernos posteriores analizaron la problemática del pequeño agricultor y éste ha sufrido restricción del acceso al crédito.

Resulta chocante y ofende la inteligencia del nicaragüense cuando el señor Daniel Ortega, habla de reivindicar al productor, y arremete con ofensas personales al señor Presidente, incluyendo amenazas de llevarlo a la cárcel y señalarle que quiere controlar el Poder Judicial. ¿Qué autoridad y moralidad tiene este señor para actuar así, si toda Nicaragua le conoce perfectamente y fue él quien perjudicó al pequeño productor al cerrarle las fuentes de crédito y es el artífice de haber disminuido las exportaciones de 800 millones de dólares en 1978 a 250 millones diez años después, y que no hemos podido recuperar aún pues rondamos actualmente apenas 650 millones?

Los productores rurales y urbanos viven angustiados por la dificultades que tienen para acceder a los créditos. Los bancos privados ven un alto riesgo en financiar a los agricultores, y los organismo no bancarios e intermediarios financieros les piden invariablemente hipotecas, cobrándoles altas tasas de interés y en ningún momento les brindan asistencia técnica. Y conozco casos en que los pobres que no han podido pagar son más pobres y con deudas, y han perdido sus propiedades, ya sea embargadas y adjudicadas a los acreedores o vendidas para pagar y quedar en la miseria.

De los 5.4 millones de habitantes, 2.2 millones viven en zonas rurales, 1.2 millones padecen hambre y el 45 por ciento de los nicaragüenses tienen un nivel de escolaridad del cuarto grado. Se estima una cifra de 800 mil niños que no pueden ir a la escuela. El pequeño y mediano productor del campo, el artesano que hace muebles, el que tiene su pequeña industria, desean que una institución de crédito estatal con políticas y procedimientos propios de banqueros de crédito rural, con mística y dedicación para estos sectores, los rescaten de su postración y marasmo actual. El señor Presidente de la República ha ofrecido recientemente la creación de un ente que tenga estas características, y conociendo que el primer mandatario lo que ofrece lo cumple y que nunca actuará como los caudillos que todavía vociferan sin escrúpulos, estoy seguro de que pronto se dará la redención de nuestros pequeños y medianos productores y se eliminarán sus angustias.

El autor es funcionario público, experto en cooperativas agrícolas.

Editorial
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