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La demanda de “traca tracas” está mermando en Managua, por lo que los fabricantes se están abriendo mercado en León, Chinandega, Masaya y Matagalpa.

Duchos del “traca traca”

Pese a ser parte del año que ya se fue, el “traca traca” parece consolidarse en el año nuevo, extendiendo su ensordecedor sonido hacia el interior del país, donde al igual que en Managua lo juegan las nuevas y viejas generaciones Amparo Aguilera [email protected] Hasta ahora el sonido de los “traca tracas” sólo se escuchaba […]

  • Pese a ser parte del año que ya se fue, el “traca traca”
    parece consolidarse en el año nuevo, extendiendo su
    ensordecedor sonido hacia el interior del país, donde al igual que en Managua lo juegan las nuevas y viejas generaciones

Amparo Aguilera [email protected]

Hasta ahora el sonido de los “traca tracas” sólo se escuchaba en la capital. Pero ese martilleo que atrae a los chavalos y colma a los adultos, podría expandirse a los departamentos a inicios de este año, cuando la “fiebre” abandone Managua.

Los jovencitos capitalinos, como Edgard Miranda, de 14 años, que hoy están entusiasmados con el juguete, se olvidarán de éste tan pronto como pase la moda de jugarlo, tal como ocurre en verano con las chibolas y en invierno con los trompos.

Ésa es la tendencia que seguirá este sencillo pero atractivo juego, tres meses después de haber inmigrado, como cada año, desde Costa Rica, según sus fabricantes.

Uno de ellos es Frank Corea, de los primeros en elaborarlos. Según el productor, la demanda está mermando en Managua y está abriendo mercado en León, Chinandega, Masaya y Matagalpa.

Las razones son económicas. En noviembre y diciembre, tras experimentar ventas de hasta mil “traca tracas” en un solo día, que le generaban 2,800 córdobas con un margen de utilidades del ciento por ciento, en enero tienen dos opciones, las bodegas o los departamentos.

La segunda parece ser más viable para algunos, especialmente para quienes ya experimentaron en la región del Pacífico del país, donde las ventas, sin incluir Sur ni Oriente, alcanzaron un 70 por ciento.

Ahora ese porcentaje se concentrará en el mercado virgen, a opinión de Corea. “Ya tenemos contacto con los mercados de Matagalpa (al Norte), en León y Chinandega”, asegura.

En estas zonas, el pequeño empresario inclusive ya está introduciendo tres mil pelotitas cada tres días, “o sea que para cada departamento se elaboran mil 500 traca tracas”, sostiene.

“A LA BULLA”

No obstante, esto no obedece a una estrategia previamente definida. De hecho no se sabe con certeza cómo es que la temporada de “traca tracas” regresó a Nicaragua después de ausentarse en buena parte de los años noventa.

Corea se adjudica el mérito diciendo que copió la idea de los empresarios ticos que le encargaron las pelotas por ser un productor más barato, probó regalando algunos juguetes a los chavalos de la cuadra y del Mercado Oriental, y de pronto los pedidos se multiplicaron cada vez más y más. Su colega Daniel Guzmán considera que algo tuvieron que ver los anuncios que llegan a través de la televisión por cable.

De cualquier manera, de pronto los “traca tracas” inundaron los mercados, los barrios, las casas, y el ruido que provocaban era similar al canto de las chicharras en pleno bosque.

A los productores ni siquiera les quedó mucho tiempo para elaborar cantidades similares a las demandas y los micro-comerciantes encontraron un respiro para pasar una Navidad con ingresos extras.

Así, la opción de ir a los departamentos nació como un intento de extender esas ganancias, algo que tampoco estaba planificado. “Ahora estamos enviando al interior del país, pero hasta ahí”, dice Guzmán con incertidumbre, dejando entrever que la situación no es otra que un experimento casual.

Corea lo dice con más confianza: “Debe tener su lógica”, como si se tratara de una aventura más que de una empresa.

Pero a alguien ya le fue mal. Emilio Ortiz, pequeño empresario del barrio San Cristóbal, dice que no vuelve a intentar en los mercados que no sean de Managua. “No resulta, la gente no quiere pagar, uno anda gastando en comida, pasaje, pero no paga la gente”, señala. Por eso prefiere dedicarse a la fabricación de prensarropa, cuya temporada es en este mes.

FUE UN MILAGRO

Y mientras Ortiz diversifica su mercado tras haber enviado los “traca tracas” a la bodega, los pequeños comerciantes de los mercados Mayoreo y Oriental todavía agradecen su “explosión”, ya que les salvaron sus “navidades”.

Por ejemplo Ada Luz Sandino, cuenta que “probandito” vendió más de 500 “traca tracas” a la semana, entre noviembre y diciembre. “A los pequeños les gané 1.25 córdobas por par, porque los vendí a tres córdobas, y a los grandes dos córdobas, ya que los oferté entre cuatro y cinco córdobas”, detalla.

Lita Mcfields, otra comerciante, dice que pese al ruido decidió venderlos porque vio que “pegaban”. “Yo los vendí baratos, tanto por docena como menudeado, y les gané entre uno a dos córdobas por par”, revela comentando que ya la venta está disminuyendo.

Lo mismo señala Suyama Herrera, quien a partir del siete de diciembre comercializó más de mil “traca tracas”, ganándole a cada par pequeño 0.50 córdobas.

Mientras tanto René Sarria, otro comerciante, tuvo más suerte, ya que sus ventas en ese mes oscilaron entre los dos mil y tres mil córdobas en “traca tracas” diarios, a los que les ganó por par, entre uno y dos córdobas, más de la mitad de sus clientes eran mayoristas.

Sin embargo, la mayoría de comerciantes consultados coincidieron en que los clientes por “excelencia” fueron los chavalos mayores de cinco años, procedentes de los barrios pobres y de clase media de la capital.

Corea confía en que ese “boom” podría repetirse en los departamentos, donde los ofertan preferiblemente en las distribuidoras de plásticos, ubicadas en los mercados municipales, partiendo de que en Managua se popularizaron en esos sitios.

ATRAYENTES

Lo que sigue pareciendo extraño es la seducción que son capaces de producir estos juguetes, especialmente por su sencillez y por la aparente incomodidad que representan a los oídos y a las manos cuando éstas son golpeadas.

Y aunque ninguno de los pequeños jugadores consultados pudo describir la atracción por los “traca tracas”, lo que parece cierto, es que además de compartir temporadas como lo hacen otros juegos simples como el “yoyo”, coinciden en ser “contagiosos”, ya que quien lo ve lo quiere, y cuando se acaba el chiste, vienen las apuestas para ver quién lo domina más.

Por eso los jovencitos como Edgard Miranda, están a la espera de las chibolas, luego del “yoyo” y el trompo, hasta volver a fin de año con los “traca tracas”, olvidando por unas semanas los juegos de video.

CIUDAD DE FABRICANTES

Managua, es la ciudad de los fabricantes de “traca traca”. De acuerdo a los pequeños empresarios que elaboran la oferta, en esta ciudad existen alrededor de 20, quienes además fabrican bolas de plásticos y prensarropas.

El gasto más excesivo en la fabricación del traca traca es la luz. Según algunos productores locales, han llegado a pagar hasta 1, 500 córdobas al mes porque la elaboración de por lo menos 1,000 “traca tracas” por día suele durar hasta 12 horas.

Cien libras de cajillas de gaseosas o cervezas molidas, que equivalen a 25 cajillas, generan 500 traca tracas al día. Es decir 1,000 bolas.

Cincuenta libras de plástico nuevo, tienen un valor arriba de los 30 dólares. Por eso los fabricantes de los traca tracas optan por el plástico reciclado, en este caso las cajillas de gaseosas o cervezas.

Muchos, incluso para reducir los costos de producción pagan 0.50 córdobas por la trituración de cada cajilla, y 1. 25 córdobas por la libra de la misma, que es procesada en los molinos.

Cinco córdobas cuestan los “traca tracas” de tamaño grande.

3.50 córdobas valen los de tamaño mediano.

En tres córdobas se comercializan los pequeños.

LOS DE CALIDAD

Según los fabricantes, los “traca tracas” de mala calidad son los que se quiebran al primer golpe y los arrugados. Aunque la forma más eficaz para comprobar si son de primera es haciéndolos sonar antes de adquirirlos.

EL PEQUEÑO MUNDO

El “traca traca” es un juguete tan sencillo como su universo. Su fabricación consiste en recolectar o comprar cajillas plásticas de cervezas o gaseosas (de ahí los colores azul, amarillo, verde o rojo), que por libra se adquieren a uno y dos córdobas, es decir que en promedio una cajilla grande tiene un costo de ocho córdobas y la pequeña tres córdobas.

Éstas luego se destruyen en pedazos pequeños y luego se muelen, hasta que pasan a una máquina que les da la forma de pelota, dos de ellas se amarran con un junco y ¡listo!

El niño los compra y suele durar tres días en aprender a jugarlo, viendo a sus amigos y aguantando fuertes golpes en las muñecas, cuyo dolor eluden con zepol. Existen al menos tres maneras de divertirse, según Wilmer Silva, de 16 años: el caballito, la mariposa y el helicóptero.

La primera consiste en hacer sonar las pelotas como el trote de un equino. La segunda es evitando que las pelotas choquen en el juego. La tercera es similar a la forma más sencilla, chocando ambas bolas pero por encima de la cabeza, en forma horizontal.

Una vez que se estira el junco de plástico que los ata, son desechados.

Según Jorge Isaac El-Azar, especialista en ortopedia y traumatología, los “traca tracas” provocan fracturas en los huesos de las manos o muñecas en dependencia de la magnitud de los golpes, incluso la repetición de éstos provocan daños por ser consecutivos.

Los daños aparecen porque la repetición de los golpes debilita la pared de la vaina del tendón, de la muñeca, provocando el gangleón o hernia, mejor conocido como goma.

Una vez que aparece la goma, en la mayoría de los casos hay que operar o recurrir a otro tratamiento donde se utiliza la jeringa, cuyo costo ronda los 200 dólares.

El especialista recomienda utilizar una muñeca protectora de preferencia rígida, que lleve un grosor de plástico, y no golpear fuerte las pelotas, especialmente mientras se es novato en el juego.

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