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Todo el tiempo es igual, pero: ¡Feliz Año Nuevo!

Ary Neil Pantoja

Siempre que termina un año y comienza otro la gente acostumbra a desearse “feliz año nuevo”, esperando que los próximos 365 días traerán mejores cosas para uno. En realidad el año no cambia, el tiempo sigue siendo el mismo. ¿O es que algún lector me va a decir que su situación cambió del 31 de diciembre al primero de enero o que se sintió más optimista el primer día del 2004?

Quienes deben cambiar son las personas, pero no lo hacemos. Al comenzar el 2004 se debería cambiar, por ejemplo, a los políticos. Pero como no se puede eliminar a tanto político bueno para nada, se debería presionar para que ellos cambien de actitud frente al país y que hagan algo bueno por él. Yo sé que es mucho pedir, pero nunca está de más recordarles que si se dicen “líderes” deben demostrarlo.

No se puede comenzar el 2004 con la incertidumbre de la amenaza de Daniel Ortega de impulsar protestas callejeras y hundir al país en la inestabilidad.

El año no puede arrancar con el espejismo de una condonación de deuda que se viene esperando desde el gobierno de la presidenta Violeta Barrios, y que nunca llega. El Gobierno no debe continuar engañando al pueblo diciéndole que cuando el país entre a la Iniciativa de Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC por sus siglas en inglés), todo va a mejorar.

El presidente Enrique Bolaños debe comenzar a hacer algo, pero ya. Llevamos dos años “remangándonos” el estómago y su gobierno aún no da visos de mejorar la situación de la mayoría empobrecida que clama por empleo, salud, educación y justicia. Llevamos dos “felices años nuevos” y aún no asoma el progreso ni se ve mejoría en la calidad de vida de los nicaragüenses.

En el “año nuevo” continuaremos con un Gobierno incapaz de resolver las necesidades básicas de los nicaragüenses; con un Presidente huérfano políticamente, y timorato en cuanto a tomar decisiones; un Gabinete que de “lujo” sólo tiene los altos salarios que devengan y los gastos que le representan al erario.

Los hospitales siguen tan desastrosos como hace dos años; la deserción escolar crece en lugar de disminuir; los maestros, médicos y enfermeras continúan con salarios miserables, mientras los altos funcionarios de la burocracia inservible se recetan enormes sueldos dolarizados. Los transportistas le aumentaron al pasaje y los buses siguen en tan pésimas condiciones como el servicio que prestan al usuario. Los servicios básicos de agua, luz y teléfono tendrán un aumento de tarifa este año.

Los dirigentes de los partidos políticos continúan peleando por las mismas cuotas de poder que el año pasado. Los diputados mantienen sus pugnas por dominar la Asamblea Nacional. Entramos a un año de elecciones municipales con un Consejo Supremo Electoral dominado por dos partidos políticos igual de corruptos que no ofrecen garantía para los votantes.

Seguimos con un Poder Judicial deficiente que más que impartir justicia es utilizado como instrumento de presión política entre los caudillos de turno. La Corte Suprema continuará el 2004 con 16 magistrados incapaces de resolver nada que no les ordene su respectivo “líder”, pero insistiendo en que se deben a la Constitución y las leyes.

El país no puede continuar con una Corte Suprema paralizada porque dos personas no deponen sus actitudes de figurar en un cargo decorativo, mientras el pueblo demanda justicia y los jueces otorgan a los corruptos del año Arnoldo Alemán y Byron Jerez, privilegios que ningún otro reo en la historia de este desventurado país ha tenido.

Con este panorama ¿qué de bueno o nuevo puede traer el 2004? Aún con todo esto, estimado lector: ¡Feliz Año Nuevo!

El autor es periodista.

Editorial
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