Giovanni Cerda Silva
Elevo una plegaria al cielo en memoria de un ran amigo, una persona ejemplar que alcanzó su madurez desde niño y llevó su vida sobre la base de los principios morales, y sobre todo de la honestidad, el amor y la sencillez.
El Señor lo llamó para tenerlo a su lado. El cielo ganó un ángel y quienes lo conocimos tenemos la certeza que ganamos un protector.
Rindo homenaje al gran amigo, un intelectual sin comparación que luchó hasta el último día de su vida contra las consecuencias de un cáncer, que le quitó la vida el 2 de enero corriente. Hoy ya no está físicamente con nosotros pero siempre estará en nuestros corazones. Su sonrisa perdurará para siempre en la memoria de sus amigos y familiares.
El vacío que dejó su partida es inmenso, pero con oraciones al Altísimo podremos compensar un poco su ausencia física. Es duro perder a un amigo como Augusto, pero como verdaderos cristianos que somos aceptamos su muerte y pedimos al Señor fuerza y sabiduría para comprender sus designios.
Siempre recordaremos el gran entusiasmo de Augusto, su valentía, su optimismo frente a las desavenencias de la vida, su sencillez, su amor por las personas desposeídas, su espíritu positivo, su alegría de vivir y su convicción de hombre justo.
Fue siempre un ejemplo para los demás, en su corazón sólo había lugar para la bondad, el amor y el respeto a los demás. Su mayor fortaleza fue su bondad. Siempre mostró un cariño sincero, una sencillez y un calor humano incomparables, esas virtudes serán un ejemplo vivo para la juventud.
Para mí fue un gran honor haber sido amigo de Augusto. Que Dios lo tenga en su Santo Reino. Su amigo el periodista le dice hasta pronto.