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“La medalla de oro era un TLC con EE.UU.”

Entre costeño y beliceño, pero nacido en Managua, el encargado de las negociaciones comerciales internacionales del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), Dean García, por primera vez conversa de manera extensa con un medio de comunicación después de 20 años de experiencia en el ramo y aún más, venciendo su personalidad en extremo sobria, […]

  • Entre costeño y beliceño, pero nacido en Managua, el encargado de las negociaciones comerciales internacionales del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), Dean García, por primera vez conversa de manera extensa con un medio de comunicación después de 20 años de experiencia en el ramo y aún más, venciendo su personalidad en extremo sobria, asegurando que la negociación del Cafta ha sido el reto más grande que ha vencido

Gustavo Ortega Campos [email protected]

Al conocerlo nadie duda de su origen caribeño, bastante moreno y pelo ensortijado. Siempre es muy didáctico al platicar los temas de los que es experto: las negociaciones comerciales.

Se trata de Dean García Foster, actual director de Negociaciones Comerciales Internacionales del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), un cargo que suena rimbombante, algo que nada tiene que ver con la personalidad ponderada de este economista.

García formó parte del equipo negociador del tratado de libre comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (Cafta en inglés), labor que concluyó el pasado 17 de diciembre, algo que para él ha sido el máximo reto trazado con resultados de los cuales se siente muy satisfecho.

Sus éxitos profesionales se los achaca principalmente a sus padres, pues aún y con obstáculos económicos lograron iniciarlo en su carrera.

—¿Cómo se especializó en el tema de las negociaciones comerciales?

—Me remontaré a mis primeros trabajos, pues creo que todo ha venido hilvanado. Cuando estaba en tercer año de mi carrera de economista, allá por el año 77, empecé a trabajar como ayudante del abogado que andaba embargando vehículos en Casa Cross Minicar, yo andaba manejando los vehículos trasladándolos al taller o a la bodega, me hacía cargo de lavarlos, calentarlos, luego vino la guerra y me trasladé a trabajar al Banco de América antes que lo estatizaran.

—¿Logró concluir la carrera de economista en ese lapso?

—No, me atrasé por la guerra, luego tuve que estudiar unas clases que exigían con el nuevo pénsum, eso me quitó un poquito de tiempo… trabajé como cuatro años en el Banco de América, puedo decir que ésa fue mi escuela porque me pagaron un postgrado de Altas Finanzas y Evaluación y Formulación de Proyectos en el INCAE y por ahí empezó mi formación como profesional.

—Ese postrado fue el inicio, pero ¿cómo entró al asunto de las negociaciones…?, eso es algo que requiere mucha pericia.

—En el Banco de América empecé como asistente de cartera y después fui escalando posiciones, cuando recibí mi título de economista me promovieron y luego del postgrado me trasladaron a un programa especial del banco que se denominó Fondo Especial de Desarrollo que estaba dirigido a la pequeña y mediana empresa, era como una institución de segundo piso para entregar créditos, ahí me forme en el área de formulación y evaluación de proyectos…

—Tengo entendido que ya son casi 20 años en este ministerio, ¿qué lo hizo dejar la empresa privada?

—Para ampliar mis horizontes me retiré del banco, trabajé un par de años por mi cuenta, hasta que en 1984 me coloqué en el Ministerio de Industria, yo pasé por las dos compactaciones que hizo el gobierno sandinista en el Estado, las pude sobrevivir.

—¿Fue en esa época que el país empezó a negociar acuerdos comerciales?

—Entre 1991 y 1992 se definió lo que se hizo llamar apertura comercial y el Gobierno escogió a México y este país accedió a negociar un tratado de libre comercio con Nicaragua, se empezaron las primeras fases de negociación y en ese entonces estaban buscando a alguien que tuviera conocimientos en el sector industrial y alguien se acordó de mi experiencia en el Ministerio de Industria cuando evaluábamos a las empresas para que pudieran acceder a la compra de dólares a través del Banco Central para hacer sus importaciones.

—¿Qué tanto evaluaban a las empresas, era una especie de pesquisa?

—Las empresas debían estar supeditadas a un plan de producción y si no lo cumplían no se les daban los dólares al tipo de cambio oficial, nuestro trabajo era analizar el plan de trabajo que cumplía la empresa para poder cumplir con ese plan de producción, así fue que yo me fui compenetrando con el sector privado.

—¿Realmente requería tanta complejidad lograr acceder a dólares al cambio oficial?

—No, no requería complejidad en el sentido que si el análisis del proyecto cumplía con los requerimientos del Estado pues realmente le aprobábamos el proyecto y eso formaba parte del plan de inversiones y la empresa podía tener sus dólares garantizados. Esto no quería decir que la empresa que no cumplía con un plan de producción no podía calificar… ellos podían calificar pero tenían que acceder a través del mercado paralelo para poder tener sus dólares. Eso evolucionó a lo que hoy es el Plan de Inversiones Públicas aunque con otras características.

—Se refirió a su acercamiento con los privados, algo que percibimos de usted mucho con el Cafta… mucho vínculo con los empresarios…

—Aprendí a conocerme al centavo a las empresas privadas al revisarles sus contablidades y hacer los análisis de proyectos, todo ese cúmulo me sirvió para entrar al equipo negociador…

—¿Si tuviera que mercadear su trabajo, cómo lo haría?

—Esta área es una plataforma para ampliar los conocimientos y aprovecharlos para beneficiar al país.

—Usted es uno de los pocos expertos en negociaciones comerciales, a la fecha el Cafta ha sido como el “acto de graduación” de ustedes, ¿para usted qué significó?

—El Cafta significó para mí un reto, un reto muy especial, como vos podés saber, primero no gozábamos del apoyo de ciertos sectores de la sociedad, nos considerábamos que no estábamos preparados para negociar desde ciertos puntos de vista…

—¿Cuáles?

—Por ejemplo desde el punto de vista jurídico, a Nicaragua le hacen falta muchas leyes, le hace falta mucha legislación en el tema de comercio exterior, para empezar no tenemos una Ley de Comercio Exterior, sólo por ahí empiezo. Tenemos un sector público que tiene serios problemas presupuestarios para poder afrontar una negociación y además decían que no éramos un buen equipo negociador.

—¿Quién lo decía?

Alguna gente del sector privado y alguna gente de la sociedad civil porque ellos miraban el tratado de libre comercio como la pauta, mucha gente tiene todavía la percepción de que el TLC con México fue mal negociado… para mí no fue mal negociado, para mi hay una combinación de poca utilización, poca publicidad y también hay que ser sinceros, dentro del Estado faltan mecanismos y políticas para que los empresarios aprovechen el tratado.

—¿Y quién garantiza que el Cafta no seguirá este camino?

—Lo bueno es que a la par del Cafta va haber un programa especial de cooperación para que los empresarios aprovechen el tratado.

—¿Cómo negociador considera el mayor triunfo lograr el Cafta?

—Nosotros consideramos que la medalla de oro era tener un TLC con Estados Unidos, y aunque mucha gente piensa que nosotros no nos preparamos y que no teníamos una estrategia, yo te puedo decir que sí la teníamos. Tal vez nos falló al principio el elemento publicidad, el elemento de consulta, ir hacia todos los rincones de la sociedad, pero tenés que tomar en cuenta que a un Estado con pocos recursos a veces se le hace difícil.

—Pero se critica que los pocos recursos que hay se utilizan en consultores y consultorías que quedan engavetadas…

—Pues fijáte que no, el problema es que se combinaron varios elementos, porque nosotros teníamos una estrategia de comunicación, el problema es que el elemento financiamiento fue el que creó el problema…

—Pero había un préstamo del BID…

—Sí, cinco millones de dólares, pero la aprobación se atrasó, por eso cuando don Carlos (Sequeira, jefe del equipo negociador), decía que éramos los patitos feos, tenía razón porque los demás equipos escribían en sus laptop (computadoras portátiles) mientras que nosotros andábamos con libretas y lápices, no teníamos las computadoras sino hasta agosto, pero aún así asumimos el reto, aún así nos preparamos seriamente para negociar. Quiero decirte que los estudios que hicieron los consultores sí surtieron efecto pues los utilizábamos en los análisis de cada una de las propuestas que llevábamos a la mesa.

—¿Considera que el Cafta fue una buena negociación?

—Yo considero, y el equipo así lo piensa, es una de las mejores que hemos logrado, anteriormente pensamos que era el TLC con Chile, pero hemos sobrepasado lo que nos habíamos propuesto, esto se logró gracias al trabajo de equipo, el sector privado también tiene su cuota.

—¿Ahora qué viene?

—Creo que lo que viene es lo más difícil porque tenemos que empezar a ver cómo establecemos el andamiaje para la administración del tratado, el andamiaje para crear o modificar las leyes que necesitamos para poder administrar este Cafta o poder brindar los beneficios que estamos creando con este Cafta; tenemos que crear mecanismos de apoyo para los sectores productivos y principalmente para la pequeña y mediana empresa.

—LA PRENSA escogió al equipo negociador del Cafta como los personajes del año, ¿qué les pareció la decisión?

—Pues te digo que nos emocionó, yo soy como lo has visto una persona muy emotiva, creemos que es un claro reconocimiento a la labor que nosotros, que gente que nunca se ha nombrado hizo. Aquí participó mucha gente, pero es importante decir que no sólo fue el equipo sino de muchísimo personal de apoyo.

—Lo vimos con un par de lágrimas el día que concluyeron las negociaciones del Cafta…

—(Risas), yo soy una persona muy emotiva, las lágrimas fueron porque yo estaba en el salón con los ministros cuando se hizo el cierre, estaba tranquilo, el problema fue que se me acercó la negociadora salvadoreña y me dijo: “Dean permitime que te abrace porque abrazándote voy a esconder mis lágrimas, y como yo no puedo ver a nadie llorar, se me salieron las lágrimas a mí también, pero a pesar de que me las sequé, no las pude esconder de vos y ése fue el problema que todo mundo se dio cuenta (risas)…

—Me imagino los incontables comentarios…

—No me avergüenzo ser emotivo, yo creo que es bueno, era como soltar el estrés que tenía, era como decir “has cumplido”, acababa de alcanzar otra meta profesional.

CARIBEÑO AL 100%

Aunque nació en Managua, hace 48 años, Dean García Foster tiene raíces caribeñas directas. Su padre es originario del Atlántico Norte de Nicaragua y su madre es beliceña.

La unión de sus padres se remonta a las labores emprendidas por su abuelo materno en la compra de madera a través de su compañía en los años treinta.

El apellido paterno García nace de la unión de su abuela costeña con su abuelo originario de Nandaime.

Asegura que en sus años mozos era un gran bailador de Palo de Mayo, actividad que ha dejado atrás con el paso de los años.

Es el mayor de cinco hermanos, casado hace 22 años con María Auxiliadora Velásquez y con dos hijos (17 y 20 años).

Bachiller del Ramírez Goyena, Economista, con un Postgrado de Altas Finanzas y Evaluación y Formulación de Proyectos del INCAE.

Canadá, Panamá y Taiwan

El encargado de las Negociaciones Comerciales Internacionales del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), Dean García Foster, ve muy cerca la conclusión del acuerdo de libre comercio con Canadá, caso contrario con Panamá lo percibe difícil.

Ambos tratados son negociados de manera conjunta con Guatemala, Honduras y El Salvador. García ve como prioridad Canadá porque con eso se cerraría el círculo con Norteamérica después de los acuerdos alcanzados con México y Estados Unidos.

La meta prevista es concluir este acuerdo antes de abril, mientras con Panamá el asunto está tenso, “no le veo futuro, mientras estén las autoridades con las que hemos negociado porque simplemente no quieren acceder a darnos los beneficios comerciales que nosotros creemos necesarios para lograr un excelente tratado”, aseguró García.

La exclusión de la carne, el café instantáneo, las galletas, las cebollas, son parte de los productos que están “metiendo ruido” en las pláticas. Sobre Taiwan refirió que más que un tratado comercial se percibe como un acuerdo de atracción de inversiones. Las previsiones son lograr un convenio en todo este año que comienza.

Economía

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