Rosario Hernández
En esta primera semana del año, en que todavía están presente los bríos y la energía que emana la Navidad, es importante que nos percatemos de la importancia del positivismo que debemos transmitir a los colaboradores, como líderes resonantes.
La diferencia entre el líder resonante y el líder disonante, según Daniel Goleman, Richard Boyatzis y Annie McKee, es que el primero apela y conoce las emociones y reacciones del grupo con los que trabaja. El segundo, se encuentra desconectado de los sentimientos del grupo, más bien moviliza sus emociones negativas en contra de su persona y de la empresa que representa.
El hipotálamo desarrolla la ira desenfrenada con reacciones impredecibles. La sobreexcitación se produce en las glándulas suprarrenales que son estimuladas por la hipófisis que libera la hormona ACTH. Es aquí donde la persona siente que su corazón palpita aceleradamente y le afecta otras partes del cuerpo que puede variar de una persona a otra según sus antecedentes personales.
La serenidad y el control de las emociones es algo que puede autocontrolar conscientemente una persona si se entrena.
No todos los nombrados en un puesto con personal a su cargo, tienen la visión de esta dimensión aunque tengan conocimientos técnicos. Lo que puede suceder en muchos casos es que tal vez no dilaten en esa empresa, van a otra y sucede algo similar; sin embargo la empresa nueva lo contrata por sus títulos y su experiencia probablemente de ascensos y superación, lo entrena, invierte en él y no tan fácilmente puede deshacerse de él, le da una tregüa, tiene paciencia, porque teme que el próximo que lo releve sea igual o peor, entonces es mejor esperar y esperar.
Mientras esto ocurre, la dimensión empresarial va tomando un rumbo inesperado que puede ser controlado o en algunos casos extremos, que se nos escape de las manos y se torne irremediable.
Muchísimas personas del sector público y del sector privado asumen cargos sin ningún entrenamiento previo básico, inclusive nos hemos encontrado con casos que hasta se rehúsan al entrenamiento considerándose productos terminados y totalmente perfectos. La información fluye a diario y constantemente con nuevas formas de hacerse y tecnologías que tenemos que reaprender.
Se trata de percatarse, de darse cuenta, de descubrirse, pues en ocasiones no prestamos atención a nuestra propia forma de vida, para dar el ejemplo como líderes. Hay muchas formas de automejorarse, cuando uno trata de cambiar se manipula, pues internamente hay una parte que quiere cambiar y otra que se resiste al cambio. Percatarse, es tomar conciencia de lo que queremos cambiar; ya que son situaciones que afectarán sensiblemente nuestro futuro.
Para convertirse en un líder resonante, Goleman propone cinco descubrimientos:
Primero: clara conciencia de su visión ideal de sí mismo, que lo motive a desarrollar sus capacidades de liderazgo.
Segundo: descubrir quién es usted realmente ahora, cómo actúa, cómo es ante los demás y cuáles son las implicaciones de sus creencias más profundas. Cuál es su yo ideal.
Tercero: elaborar una agenda detallada sobre las acciones que realizará cada día para acercarse a su ideal.
Cuarto: ejercitar sus nuevas habilidades de liderazgo.
Quinto: darse cuenta que usted necesita de los demás para identificar su yo ideal, pues los demás nos ayudan a ver lo que a veces tendemos a dejar de lado.