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Publicidad y los anuncios engañosos

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Publicidad y los anuncios engañosos





Algunas personas nos han preguntado qué hará LA PRENSA en el caso de los anuncios clasificados engañosos —que ofrecen empleos aparentemente honorables pero cuando se presentan los aspirantes se encuentran con trampas para hacerlos trabajar gratuitamente durante algún tiempo, o con propuestas de hacer “trabajo sexual”—, acerca de los cuales publicamos un excelente reportaje de la periodista Angélica Martínez, el martes 13 de enero corriente.

La publicidad es un componente positivo de la comunicación, habida cuenta de que presta un necesario servicio al público al proporcionarle información que no podría obtener por otro medio. Pero, lógicamente, en la publicidad se corre el riesgo —igual que en cualquier otra acción humana— no sólo de cometer errores sino también de ser sorprendidos por personas que engañan o tratan de engañar a la gente.

Efectivamente, en algunos casos se distorsiona el buen sentido y mejor propósito de la publicidad, al recurrir a campañas publicitarias “agresivas”, como se le llama a aquélla que trata de promover una marca descalificando a la competencia y, por lo tanto, violando la ética profesional y publicitaria.

En realidad, por definición toda publicidad es comparativa, pues al elogiar las bondades de un producto o servicio de hecho se le compara con los demás de su mismo género. Esto es normal. Otra cosa es desacreditar de manera directa o indirecta a la competencia y mentir sobre los productos o bienes que ella ofrece. Esto ya no es publicidad sino propaganda sucia contra competidores que son dueños exclusivos de sus marcas, los únicos autorizados para usarlas y quienes las han posicionado ante el público con grandes esfuerzos y costosas inversiones.

En ese sentido la publicidad puede compararse figurativamente con una pelea deportiva de boxeo, en la que un contendiente trata de golpear al otro de la manera más impactante, inclusive sacarlo de la competencia, pero debe hacerlo de acuerdo con ciertas reglas profesionales y éticas, excluyendo los golpes bajos y traicioneros. Y al respecto una regla dorada de la ética publicitaria es que no se debe aprovechar indebidamente el prestigio aprovechándose del otro, y mucho menos mentir para desacreditar a la competencia, lo que equivale a la difamación en las relaciones interpersonales.

Y lo peor es mentir con el uso de la publicidad para engañar deliberadamente a las personas que por múltiples razones creen en lo que dice el anuncio, sobre todo cuando es divulgado por medios muy prestigiosos como es sin dudas el caso del Diario LA PRENSA.

Por eso es que nosotros no sólo lamentamos sino que también nos ofende e indigna que algunas personas se aprovechen de la buena fe de LA PRENSA y de sus lectores, para dar a conocer anuncios engañosos e ilícitos. LA PRENSA cuida su credibilidad como la niña de los ojos y por eso tiene reglas muy claras no sólo sobre la información sino también acerca de la publicidad que se divulga en sus páginas. De allí que su Manual de Ventas y Políticas Publicitarias dice categóricamente: “Todo texto de un anuncio debe responder estrictamente a la verdad, no contener injurias, calumnias ni conceptos o giros lingüísticos que impliquen falsedad para consumidores o usuarios, tampoco ofensas, demérito o desprestigio que pudiera calificarse de propaganda desleal”.

En el caso de los anuncios clasificados de servicios de masajes siempre hemos pedido, como requisito para publicarlos, la identificación del solicitante y la presentación de la autorización legal y diplomas de capacidad profesional de al menos tres de las masajistas. Pero LA PRENSA no tiene obligación ni capacidad de verificar los documentos que se presentan al solicitar la inserción del anuncio, ni es nuestra culpa que la autoridad correspondiente no compruebe si en realidad el negocio es de la naturaleza expresada en la solicitud, o se trata de ofertas de servicios sexuales, para decirlo de manera eufemística.

Es preciso señalar que la inmensa mayoría de los anuncios que publicamos son incuestionablemente veraces y se ponen bajo la responsabilidad de personas y empresas honestas. De manera que hemos tomado la decisión de suprimir los anuncios de masajes y otros servicios parecidos, mientras las autoridades no garanticen que son autorizados después de verificar que son realmente para prestar servicios decentes y lícitos.

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