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Menos impuestos pero más ingresos

Manuel F. Ayau Cordón*

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Menos impuestos pero más ingresos


Manuel F. Ayau Cordón*




Ciudad de Guatemala (AIPE)— Cuánto ingreso fiscal produce un impuesto depende de cómo afecta la conducta de los contribuyentes. Es obvio que duplicar un impuesto no dobla el ingreso fiscal, pero no es tan obvio que una rebaja en el impuesto tiende a aumentar el ingreso fiscal.

En Alemania, EE.UU., Japón y en todas partes suelen estimar los efectos de un cambio de impuestos sin suficiente consideración a la conducta de las personas. Por ejemplo, si se piensa aumentar un impuesto en diez por ciento, se supone que el ingreso fiscal va a aumentar en igual proporción. Pero no es así porque la realidad es dinámica y no estática. Por ejemplo, en Rusia recientemente bajaron el impuesto sobre la renta a una tasa única de 13 por ciento y la recaudación en lugar de bajar aumentó considerablemente. Además aumentó el ingreso fiscal por otros renglones.

Para ilustrar, veamos los extremos: si fijamos un impuesto de 100 por ciento al beneficio de alguna actividad, el ingreso fiscal será cero porque evidentemente nadie la emprenderá. En el otro extremo, si el impuesto es cero el ingreso fiscal también será cero. Esto nos indica que habrá una tasa óptima, que rinde más, por debajo o por arriba de la cual disminuirá el ingreso fiscal. A esto se le llama curva de Laffer, por el economista Arthur Laffer, quien distinguió entre el cambio de las tasas de impuestos y el cambio en la recaudación, debido a que la conducta de la gente cambia al cambiar el impuesto. Cuando el análisis toma en cuenta el cambio en la conducta de los contribuyentes, se le llama análisis dinámico. Cuando no lo toma en cuenta, se llama análisis estático.

Pero la cosa se complica porque hay un efecto cruzado cuando por aumentar (o disminuir) un impuesto, disminuye o aumenta el ingreso fiscal de otros. Un ejemplo es cuando se disminuye el impuesto a la renta, la gente consume más y el ingreso fiscal por el IVA entonces aumenta. Como las inversiones resultarán más rentables, aumentará la actividad productiva, la cual tributa en todas sus fases.

Otro caso es que al reducir los aranceles (impuestos a la importación), no sólo aumentará la demanda de divisas sino su precio, lo cual aumenta la competitividad, estimulando las industrias de exportación y haciendo más eficiente el resto de la industria nacional al eliminar costos y desviaciones antieconómicas. En consecuencia, aumentará así la recaudación generada por una economía más dinámica, más eficiente y más rentable.

Lo anterior parece obvio, pero vale la pena recalcarlo porque cuando se analiza la instrumentación de cambios en los impuestos a menudo se olvida que el resultado no será directamente proporcional y puede terminar siendo inversamente proporcional. Una cosa siempre es cierta: el ingreso fiscal aumentará cuando aumentan las inversiones de capital. Entonces, no se necesita ser sabio para concluir que algún día habrá que eliminar el impuesto que castiga el beneficio de hacer inversiones. Si para crear empleo a través de atraer inversiones específicas se exonera a grandes inversionistas, como el caso del Intel en Costa Rica, ¿por qué no también a las empresas chiquitas y medianas, las cuales en conjunto emplean a mucha más gente?

El sentido común también sugiere otros cambios dinámicos en la conducta humana, puesto que a mayores impuestos, más alto es el incentivo a la evasión. Cuanto más oprobiosos los castigos, mayores son los incentivos a la corrupción y al terrorismo fiscal. Y mientras más reglamentos se promulgan mayor es el incentivo a escaparse a la economía informal.

* El autor es ingeniero y empresario guatemalteco,

fundador de la Universidad Francisco Marroquín, fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin.
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