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La fiesta de la HIPC

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La fiesta de la HIPC





Al parecer hay que celebrar el ingreso de Nicaragua a la categoría HIPC (país altamente endeudado e insolvente) como si fuera una fiesta nacional. Y por cierto que se trata de la segunda celebración de lo mismo porque esto ya fue festejado anticipadamente, en el año 1999, por el extinto gobierno de Arnoldo Alemán —quien ahora está preso bajo graves cargos de corrupción—, con una francachela que se realizó donde fue la Plaza de la República, frente al Palacio Presidencial regalado por Taiwan.

En realidad, no es cualquier cosa el perdón de más del ochenta por ciento de la deuda externa que según las cifras oficiales representa más de 6,500 millones de dólares, después que la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro consiguió el perdón de la mitad de la descomunal deuda que dejó el régimen sandinista.

Según los expertos en economía, la membresía de la HIPC será para Nicaragua como una carta de presentación ante el Club de París (asociación de los principales países prestamistas y acreedores del mundo), para pedirles que perdonen al país el resto de la deuda y le concedan nuevos recursos en condiciones favorables.

Por otra parte, se espera que la reducción sustantiva de la deuda externa motive a los inversionistas extranjeros a confíar más en Nicaragua y a que se animen a incrementar sus inversiones. Y además, los intereses que se dejen de pagar a los acreedores internacionales se invertirán en la reducción de la pobreza. O sea que, según dijo el presidente Bolaños: “Los beneficios del perdón de nuestra deuda, se verán en la forma de un país más próspero, estable y sostenible”.

Ojalá que así sea. En realidad, de nada serviría esa apreciable condonación de la deuda externa si no se mantiene indefinidamente la sanidad de las cuentas públicas y más bien se sigue gastando más de lo indispensable. Y al parecer no hay esperanzas de que esto último sea posible, pues según el Ministro de Hacienda para financiar el déficit presupuestario (este año) de 4,800 millones de córdobas “tenemos dos frentes: o nos regalan la plata, o la prestamos…” Y agregó que “el Gobierno se ha planteado la meta de aumentar los ingresos tributarios ampliando la base tributaria”. (LA PRENSA, viernes 23 de enero de 2004).

O sea que la “solución” se busca en conseguir plata del extranjero y aumentar el ingreso fiscal. Pero, ¿por qué no pensar en reducir el gasto innecesario, por ejemplo en la Asamblea Nacional que podría reducirse a la mitad, igual que la Corte Suprema de Justicia y la Contraloría, así como dejar de pagar sueldos al ejército de parientes, amigos, correligionarios y recomendados que succionan el tesoro público y son culpables de una gran parte del déficit presupuestario?

Se sabe que el endeudamiento externo refleja la incapacidad del país para generar suficiente ahorro interno que permita satisfacer las demandas de inversión productiva y los programas sociales. A lo que se debe agregar que la mayor parte de la deuda de Nicaragua es causada por la corrupción y la ineficiencia gubernamental. No hay que olvidar esto aún en la embriaguez de la HIPC, ni hacerse grandes y vanas ilusiones. La verdad es que de hecho ya no se estaba pagando la deuda externa, precisamente por la insolvencia del país, pero la gente común se ha seguido hundiendo en la pobreza bajo el peso de las alzas en el costo de la vida, el congelamiento de los salarios y el desempleo.

En realidad, a pesar de que Nicaragaua ha desaprovechado las grandes oportunidades del pasado hay que esperar que ahora sí se hará un verdadero esfuerzo para aprovechar la que ofrece la HIPC, a fin de impulsar el crecimiento de la producción y la productividad, conseguir más inversión extranjera y, ante todo, hacer que la cúpula del Estado deje de ganar y gastar como millonarios mientras el país percibe ingresos de menos que pobres.

Está muy bien, pues, que se perdone al país lo que debe y hay que dar las gracias por ello a quienes lo hicieron posible. Pero si no se rompen las ataduras mentales de la cultura del subdesarrollo ni se pone fin al Estado botín, inevitablemente Nicaragua seguirá en la misma situación de los últimos 25 años.

Editorial
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