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Ana SofÍa Sotelo Cano, 1 año.

Los primeros pasos

La misión: enseñar a su bebé a caminar. Aprenda a llevar por buen camino a su bebecito. Los niños pueden reír, llorar, mirar y oír desde los primeros meses pero, al llegar a los doce, se espera que caminen y es entonces cuando ha llegado un momento crucial para ellos. Escoger el zapato adecuado desde […]

La misión: enseñar a su bebé a caminar. Aprenda a llevar por buen camino a su bebecito.

Los niños pueden reír, llorar, mirar y oír desde los primeros meses pero, al llegar a los doce, se espera que caminen y es entonces cuando ha llegado un momento crucial para ellos.

Escoger el zapato adecuado desde temprana edad, ayudará a prevenir enfermedades y malformaciones en el sistema neuromuscular esquelético del bebé.

Esto último lo explica claramente el especialista en ortopedia-pediátrica, doctor Eddy Marenco, quien aduce que muchos de los problemas ortopédicos en los niños se deben a la falta de información y orientación de las madres al momento de iniciar a los niños en sus primeros pasos.

“Un error común es escoger como único parámetro el color del zapato y no la solidez del mismo, seguido de la falsa creencia que ellos (los bebés) no necesitan un buen zapato porque no lo va a utilizar por mucho tiempo”, dijo el especialista.

El zapato debe tener solidez, lo cual no quiere decir pesadez. Debe poseer suficiente espacio para que el pie esté cómodo, no comprimido como suele verse en muchos niños.

Para el doctor Marenco, las consecuencias de esto es que el niño no desarrolla adecuadamente la movilidad del pie, desproveyéndole de las habilidades elementales como la rotación, el desarrollo de los tendones, estiramiento de sus pequeñas extremidades o pericia en el equilibrio.

La contextura de un zapato debe ser moderadamente sólida, que permita al pie transpirar. “Un buen zapato es el que posee un contrafuerte sólido. Lo ideal es calzar al niño con un zapato rígido, pero bajo”, enfatiza Marenco.

CUIDANDO LOS REFLEJOS

La ortopedia es la ciencia de corregir y prevenir las enfermedades corporales. Bajo ese concepto, los especialistas afilan sus conocimientos para evitar que los niños en el futuro se enfrenten a tratamientos dolorosos para corregir malformaciones que desde infantes pudieron tratarse.

En este caso, Marenco explica que existen distintas formas de darle continuidad al desarrollo motor del bebé. En los primeros seis meses de vida se debe observar el reflejo de abrazarse así mismo cuando se genera un fuerte ruido a la par de él. O sea, el niño responderá al estímulo extendiendo sus brazos hacia delante o cerrándolos hasta el pecho.

El niño comienza a sonreír socialmente, balbucea, aún mantiene su mano empuñada, incluso si se le sostiene en lo alto mueve sus piernitas como si fuera a marchar. Adquiere suficiente fuerza para sostener su propia cabecita, sonríe, endereza las piernas con mayor frecuencia. Gira su cabeza a ambos lados, alcanza mayor coordinación en sus manitos. La mano empuñada se mantiene, pero con menos frecuencia.

En el segundo semestre de su vida, la manipulación de objetos ya es más directa, hasta el punto de llevárselo a la boca. Endereza su cuerpo con mayor solidez. Y fundamentalmente a esta edad, si se le coloca boca abajo, tendrá la capacidad de expandirse hacia atrás al estilo de un paracaidista. Si este reflejo no se lleva acabo, se debe investigar la causa.

Principalmente en los últimos meses necesita gatear, lo cual indica que va por buen camino en la búsqueda de incorporarse y caminar por sí solo. Todas estas actividades obedecen al buen desarrollo de las habilidades motoras, si existe alguna de ella que el niño no ha manifestado en su desarrollo, es necesaria la valoración de un especialista.

EJERCICIOS

Son fáciles y prácticos. Con éstos su bebé tendrá éxito en sus primeros pasos.

Estimulación temprana. Masajes que estimulen los músculos, baños en tinas con agua tibia.

Baño de sol. Alimentarlo del sol por las mañanas. El sol contribuye a la generación de las células creadoras de la vitamina D; dicha vitamina contribuye a obtener mayor captación de calcio, con la cual se fortalecen los huesos del niño.

Dormir boca arriba. Niños mayores de 8 y 10 meses deben dormir boca arriba o hacia un lado. Esto con el objetivo de no deformar las piernas manteniéndolas abiertas y presionadas por el peso del bebé.

Estirar y flexionar. Se hace necesario estirar y flexionar las piernas del bebé continuamente. Se debe hacer al menos una vez al día, este ejercicio lo puede lograr al momento de cambiar el pañal.  

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