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Simposio

Jorge Eduardo Arellano Para cubrir un evento de la dimensión del Simposio Internacional Rubendariano —celebrado en León el 18, 19 y 20 de enero— y no se asiste a él sino dos horas vespertinas del último día, debe recurrirse a los coordinadores para enterarse de lo acontecido e informar profesionalmente la verdad. Éste no fue […]

Jorge Eduardo Arellano

Para cubrir un evento de la dimensión del Simposio Internacional Rubendariano —celebrado en León el 18, 19 y 20 de enero— y no se asiste a él sino dos horas vespertinas del último día, debe recurrirse a los coordinadores para enterarse de lo acontecido e informar profesionalmente la verdad. Éste no fue el caso de la reportera Martha Leonor González, quien se limitó a leer el programa impreso y a opinar sin elementos de juicio.

Así, en su Breve Memoria (La Prensa Literaria, 24 de enero del 2004) no figuran las conferencias magistrales del doctor Iván A. Schulman, el mayor estudioso norteamericano sobre el modernismo; ni las de los catedráticos españoles Luis Sáinz de Medrano (director del Seminario-Archivo de Madrid) y Pedro Carrero (profesor de Alcalá); ni la de la crítica nicaragüense Isolda Rodríguez. Tampoco fue citada la ponencia de Pablo Kraudy: Rubén y los desheredados de la suerte, ni la comunicación de Esperanza B. de Morales: Francisca Sánchez en la vida de Darío.

La reportera (sus razones tendrá) omitió las lecturas de los Premios Nacionales Rubén Darío: Mercedes Gordillo e Iván Uriarte, al igual que las intervenciones de dos colegas académicos y el discurso protocolario del actual Director del Instituto Nicaragüense de Cultura. También fueron omitidos otros tres discursos, pronunciados por los representantes de las principales entidades organizadoras: el edil de la Metrópoli, el rector de la UNAN-León y la presidenta del Instituto Cultural Rubén Darío. Edgardo Buitrago —autor de la lección de clausura— y Julio Valle-Castillo, con su nombramiento de Hijo Dilecto de la ciudad y su ponencia Cervantes, intertexto de Darío, sufrieron la misma omisión.

Por el contrario, se informó del desarrollo de dos actividades que a última hora no se realizaron. Al mismo tiempo, un poeta joven mintió al comunicar a la reportera que no hubo respuestas a las preguntas. Éstas fueron ampliamente respondidas por los panelistas que fueron 18 (la mitad extranjeros); las grabaciones de las mismas lo confirman. “La poca presencia de poetas [jóvenes] de Managua y otros departamentos” no viene al caso. El Maratón del primer día abarcaba, por inscripción previa, sólo a los nuevos valores leoneses —que son muchos— y a la no menos numerosa delegación salvadoreña.

Finalmente, no hay razón alguna para reclamar el simbólico estipendio, del cual fueron exonerados muchos participantes, pues sirvió para contribuir en forma mínima a los gastos de cuatro almuerzos, tres brindis y un “salveque” con cuatro publicaciones rubendarianas y otros materiales, como se acostumbra en estas convocatorias de alto nivel científico.

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